Médico especialista en Medicina Física y Rehabilitación, gerente del Departamento de Medicina Física y Rehabilitación, HGPS
La realización de algún ejercicio y la consecuente participación en algún deporte, bajo el cumplimiento de reglamentos y normativas, se convierte cada vez más en una práctica cotidiana a nivel nacional.
La población, en sentido general, se ha volcado a participar en actividades que le puedan brindar una mejora de su condición general de salud, y en las prácticas deportivas organizadas, participando en eventos formales e informales de competición, exigiéndose cada vez más, al punto de ocasionar en algunos casos lesiones que perfectamente podrían ser evitables con el seguimiento médico-deportivo adecuado.
Esto abre un debate muy interesante en la comunidad médica vinculada a la práctica deportiva organizada, así como en aquellas personas que realizan ejercicio como parte de su programa de cambios en el estilo de vida, con miras a mejorar o mantener su estado de salud: ¿Puede convertirse algo tan provechoso como el ejercicio y el deporte en algo nocivo para el atleta?, ¿Cómo podemos utilizarlo de manera apropiada para rehabilitar, no solo atletas, sino a la población en general?
La respuesta a la primera interrogante, probablemente todos la hemos contestado a coro con un rotundo ¡SÍ! Efectivamente el gesto técnico adecuado, la intensidad apropiada y el volumen necesario, así como la dosificación de todas estas variables son aspectos a tomar en cuenta a la hora de programar un plan de ejercicios, y esto definitivamente repercute en el resultado final deseado.
Se hace necesario planificar todo programa de entrenamiento, en cualquier deporte o ejercicio, respetando todas las bases fisiológicas del ejercicio que ya han sido estudiadas y que son mejoradas con el pasar de los años y la integración de la medicina y la tecnología aplicada al deporte.
Herramienta de rehabilitación. Cambiando la perspectiva, se sabe que el ejercicio es uno de los pilares más importantes a la hora de hacer un cambio en el estilo de vida.
Sobre todo en aquellas personas que padecen de enfermedades crónicas no transmisibles como la diabetes, la hipertensión, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, entre otros, servirá como eje principal, junto a las modificaciones alimenticias y la suspensión de los hábitos tóxicos, para su rehabilitación funcional.
En el caso específico de aquellos pacientes que cursan con cardiopatías de diversas etiologías, es conocido desde hace más de diez años, mediante el InterHeart Study publicado en “Lancet” en 2004, que el ejercicio junto a la dieta tipo DASH, y la eliminación del tabaco, disminuyen la morbimortalidad de los pacientes hasta en un 79 % luego del primer evento. En este caso, orientados por profesionales de la salud, y con seguimiento estrecho durante las primeras fases que comprenderán los primeros 3-6 meses luego de dicho evento.
En patologías de etiología musculoesquelética, sabemos que el esquema general de manejo del dolor mejoría del rango de movimiento, y posteriormente requeriría ejercicios de fortalecimiento, lo que brinda una mejoría sustancial a dichas patologías, incluyendo aquellos pacientes con cirugías articulares, que requieren de la aplicación de la cinesiterapia, que no es más que la utilización del ejercicio con fines terapéuticos. En el caso de pacientes deportistas, a todo eso debemos de agregar orientación y reeducación del gesto técnico, así como valorar equipamientos especiales personalizados con miras a evitar la recaída o reincidencia.
En el caso de las patologías neurológicas, el paciente debe realizar ejercicio, ya que en dependencia del daño neurológico estructural, podríamos mejorar la funcionalidad e independencia del paciente, mejorando su calidad de vida.
Está bien estudiado el ejercicio cardiovascular como ente de mejoría de la condición física, y además podemos hablar de deportes cíclicos (continuos) y acíclicos (que involucran algún tipo de pausa en su realización).