En adición a los consabidos beneficios físicos y mentales que proporciona la práctica deportiva, esta actividad representa la mayor oportunidad de fama y crecimiento económico para la juventud de los sectores marginados de nuestra sociedad.

Me preguntaba mi hija Indira, compañera de los trasnoches correspondientes a las competencias de las Olimpíadas de Tokio, que porqué los atletas dominicanos más sobresalientes eran, en su mayoría, jóvenes de origen humilde y provenientes de pueblos y campos del interior.

A lo que respondí que esos jóvenes que descollaban en sus actividades deportivas, estaban conscientes de que su triunfo como atletas, en base a muchos sacrificios, constituía su mayor garantía para salir de la pobreza y ayudar a sus familias a mejorar sus condiciones de vida.

Naturalmente, los aportes del Estado a través del Ministerio de Deportes y respaldo de instituciones como Creso, el Comité Olímpico y sus federaciones, entrenadores y personal de apoyo, contribuyen de manera determinante a que los sueños de estos consagrados deportistas se conviertan en realidad.

Está demostrado que el deporte constituye un eje transversal a la educación, la salud, la cultura y a la seguridad ciudadana, de lo que está consciente el presidente de la República, Luis Abinader, quien, pese a todas las dificultades por la que atraviesa el país, mantiene su apoyo incondicional a la actividad deportiva.

La exitosa participación de nuestro país en las Olimpíadas de Tokio, representa la mayor muestra de la atención oficial que se presta a la actividad del músculo y la mente, donde logramos 3 medallas de plata y dos de bronce por encima de países más grandes y de mayores recursos que el nuestro.