El derecho al agua limpia

El derecho al agua limpia

Hoy, en todo el mundo, se llama a la reflexión sobre el serio problema de la escasez de agua potable que afecta a la humanidad y porque cada vez, con mayor irrespeto, la humanidad destruye las fuentes de agua.

Hoy debe ser un día de reflexión sobre un tema que parece muy alejado de nuestras prioridades inmediatas, pero tienen un profundo significado en las condiciones de vida de cada ciudadano y una de las causas de nuestro empobrecimiento.

Las Naciones Unidas declaró hoy como el Día Mundial de los Humedales, que son las fuente primigenia de las aguas.

Para algunas personas los humedales son marismas o pantanos, pero en el concepto de las Naciones Unidas convenido en Ramsar en 1971, los humedales son las fuentes de agua.

Para naciones como la República Dominicana, con cada vez más limitados recursos de agua potable, los humedales son vitales y son base de la economía popular.

Hoy la vida es más costosa porque la población debe comprar el agua que hace tan solo una generación podía obtener de manera gratuita y en abundancia que parecía ilimitada.

Pero los acueductos que funcionaron con efectividad hace 20 años, hoy día son insuficientes o sus aguas están contaminadas. Las poblaciones demandan cada vez más agua y en nuestro país comienzan ya a aparecer los conflictos por agua.

Hace menos de dos años hubo dificultades y disturbios por las aguas de las presas de Valdesia, el principal acueducto de Santo Domingo, y Sabana Yegua.

Los agricultores y ganaderos de Baní querían el agua de Valdesia, pero la ciudad la demandaba también. En Sabana Yegua hubo dificultades cuando las aguas del embalse eran insuficientes para los campos de plátanos y para la caña de azúcar.

Hoy día es necesario comprar el agua embotellada para consumo humano porque nadie confía en la potabilidad de las que recibe por las cañerías de los acueductos.

La Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible, celebrada en Johannesburgo en agosto de 2002, instó a las naciones miembros que difundiera algunas estadísticas mundiales alarmantes. Se pidió informar que 1,100 millones de personas en el mundo no tienen acceso a agua dulce segura, 1,700 millones viven en zonas en donde el agua es escasa y 1,300 millones viven en condiciones de pobreza extrema.

En nuestro país se han hecho formidables inversiones para acumular agua en represas en los pasados 35 años, muchas de estas inversiones significaron enormes sacrificios para una generación completa de dominicanos, pero ahora esa inversiones parecen insuficientes y son casi imperceptibles ante el problema general de falta de agua potable.

La agricultura y la ganadería de nuestro país consume la mayor parte de las aguas superficiales, pero al mismo tiempo el consumo humano desborda los promedios mundiales. Los expertos internacionales consideran que muchos nuestros acueductos serían suficientes para cumplir con la demanda de la población si no desperdiciara el líquido en las ciudades.

A esto se suman los problemas de contaminación de los ríos que son las fuentes principales de los acueductos y de las aguas subterráneas. Hace unos años las comunidades rurales podían recurrir a los ríos para tomar agua sin costo, hoy día deben comprarla embotellada, lo que es un factor de empobrecimiento.

Nuestros humedales, la mayoría de ellos ubicados dentro de nuestras áreas protegidas o parques nacionales, requieren de un tratamiento cuidadoso si es que queremos sobrevivir.

El recurso agua es limitado, limitadísimo en una isla como la Hispaniola.

Nuestro vecino Haití ya superó el límite y está padeciendo una profunda sed porque no protegió sus humedales.

Tenemos ese reto para cumplir con el derecho de nuestra población de disponer de agua potable.

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