El derecho al voto de la mujer dominicana de 1942 es un logro político del dictador Trujillo

El derecho al voto de la mujer dominicana de 1942 es un logro político del dictador Trujillo

§ 1. Estimo en todo lo que vale el esfuerzo de dos amigas, Ylonka Nacidit Perdomo y Elvira Lora, por desentrañar la historia del feminismo dominicano y, con esta acción, revelarnos uno de los hechos capitales de la lucha de las mujeres dominicanas para lograr el voto y la ciudadanía en 1942 mediante ley del Congreso Nacional. Trujillo ordenó su aprobación luego de múltiples vicisitudes de tira y afloja.

Los votos de ensayo de 1934 y 1938 para calibrar cuál era el poder real de las sufragistas y cuál era el caudal de votos o adhesiones con que contaría el dictador a la hora de las elecciones de modo que ese número de papeletas en las urnas le proporcionara, para su propaganda, la idea del apoyo absoluto del pueblo dominicano a su proyecto político.

§ 2. El contexto histórico, político y de fortaleza económica de la dictadura durante la fecha de los dos votos de ensayo es todavía débil y lo prueba el hecho de que en 1938 Trujillo no pudo reelegirse por la presión de Washington ante la matanza haitiana y los efectos de la Segunda Guerra Mundial.

Los cuatro años del período debió gobernar a través de dos presidentes títeres: Jacinto Peynado y Manuel de Jesús Troncoso de la Concha. Este último completa, en su calidad de vicepresidente, el período de dos años que Peynado no pudo completar porque falleció.

Pero ya para 1942 Trujillo había resuelto a golpe de dólares y soborno a las altas autoridades haitianas el pago de la matanza de haitianos y la guerra estaba a punto de terminar, lo cual fue un respiro que le permitió en 1941 y 1947 crear dos organismos financieros que le aportaron la tan deseada independencia financiera que le dejaron las manos libres a la estabilidad financiera y a un desarrollo económico sostenido durante unos diez años, pero después de 1955-59 (triunfo de la revolución cubana, invasión del 14 de junio y el tremendo error del atentado a Rómulo Betancourt y en año crítico de 1960 las relaciones internacionales empezaron a complicarse Nada volvió a ser igual y hubo que apelar a la cara más horrenda de la dictadura: la represión a fuego y sangre.

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§ 3. Lo que voy a rectificar a partir de este párrafo es una creencia entre algunos núcleos feministas de que el derecho al voto aprobado por ley en 1942 es un logro absoluto de la lucha de las sufragistas dominicanas, quienes, si seguimos la distorsión de esta “narrativa”, fueron ellas, las gigantes, quienes lograron arrancarle esta conquista al dictador Trujillo, es decir, las seguidoras de la difunta Abigaíl Mejía, fallecida el año antes, en 1941; el prestigio de Petronila Angélica Gómez y sus seguidoras de la revista Fémina y la osada y temeraria Minerva Bernardino y sus huestes y el esfuerzo de unas damas aristocráticas, muy tranquilas, como Carmen González de Peynado, Isabel Amechazurra de Pellerano, Celeste Wos y Gil, Delia Weber, María Patín Pichardo, Gladys de los Santos Noboa, Livia Veloz, Mercedes Laura Aguiar, Patria Mella y Ercilia Pepín y otras de la misma estirpe.

§ 4. Nada más erróneo que la construcción de este discurso heroico. La misma Elvira Lora lo deja entrever con cierto dolor: «… y la postura de Petronila Angélica Gómez Brea de ausentarse de la vida pública refugiada en el matrimonio, la conquista del derecho al voto engrandece a la tiranía y deja en la nebulosa del silencio más de dos décadas de activismo argumentativo y editorial». (“Re-narrar el sufragismo. Necesaria cronología del voto de las mujeres dominicanas previo a 1942. Areíto, 21/05/2022, p. 8).

§ 5. El mal de la distorsión o narrativa fake radica en que no se examinan con radicalidad extrema las fuentes que ya han tratado el mismo problema de cómo Trujillo le otorgó el voto a las mujeres dominicanas en 1942. El proyecto de otorgar el derecho al voto a las mujeres es un diseño de conveniencia política de Trujillo, según su ideología patriarcal de la sociedad dominicana, ya que lo enunció en su discurso en el Ateneo Dominicano en 1932.

Pero las dos décadas de activismo argumentativo y editorial no era un tema para el trujillismo. Esos argumentos y discursos de la revista Fémina eran discursos de deseos sin un poder fáctico que los respaldara. Es más, esos discursos argumentativos y editoriales fueron llevados cuidadosamente por los especialistas del trujillismo al reclutamiento de las líderes de más viso dentro del movimiento feminista hasta convertirlas en verdaderas activistas de la dictadura.

§ 6. No escapa al entendimiento de Nacidit Perdomo y Elvira Lora que el origen de la ley que otorgó el derecho al voto a la mujer dominicana es obra de la voluntad omnímoda del dictador, aunque a veces vacilen.

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La importancia para el país alcanzará su relieve más alto luego de decapitada la dictadura, sobre todo a partir de los gobiernos del Partido Revolucionario Dominicano y el Partido de la Liberación Dominicana tomará un derrotero distinto al de la manipulación del feminismo durante la dictadura y luego el seudo-feminismo de los 22 años de Gobierno de Joaquín Balaguer.

Pero “El olvido de las dos décadas de activismo argumentativo y editorial” ha sido reconocido por el activismo de Nacidit Perdomo, quien ha logrado, en parte, que la mayoría de las sufragistas que lucharon desde la época de Horacio Vásquez hasta 1942 tengan el nombre de una calle en el sector La Castellana.

Pero existe una mezcla inextricable de motivos para la selección de los nombres. Ahí están juntas y reburujadas sufragistas, literatas, maestras, activistas del feminismo trujillista y feministas a secas.

§ 7. Pero es necesario volver al origen. Al discurso de Trujillo en el Ateneo, analizado en mi estudio sobre Carmita Landestoy, que publicará una universidad estadounidense. Hay que volver a leer el libro de Carmita Landestoy, ¡Yo también acuso!, de 1946 y su teoría de la manipulación e instrumentalización del sufragismo.

Hay que leer de nuevo el libro de Neici Zeller, Discursos y espacios femeninos en República Dominicana, 1880-1931 (Santo Domingo: Letragráfica, 2012) y su juicio inapelable sobre el aporte o no de cada una de estas sufragistas con el objetivo de aislar el grano de la paja y ver cuáles de las acciones emprendidas por ellas son significativas o insignificantes.

En materia de manipulación e instrumentalización del sufragismo hay muchos libros de las grandes activistas del trujillismo que al parecer incompatibiliza su lucha primera al lado de Abigaíl Mejía y luego las excluye al cobijarse bajo la sombrilla de María Martínez de Trujillo y su capilla de literatas, poetisas y declamadoras.