El Derrumbe, un siglo después

El Derrumbe, un siglo después

Cien años antes de la era cristiana Marco Tulio Cicerón, filósofo, jurista y gran orador romano había sentenciado: “Quien olvida su historia está condenado a repetirla”. Esta cita me sirve de pie de amigo para comentar el ensayo histórico social El Derrumbe, escrito por Federico García Godoy en los albores de la primera intervención armada estadounidense a la República Dominicana en 1916.
Juan Bosch en 1975 elaboró el prólogo de la segunda edición del libro de su compueblano, quien en realidad había nacido en Santiago de Cuba en 1857, emigrando su familia al país cuando García Godoy contaba apenas con unos 10 años de edad. Con relación a la obra dice Bosch: <<El libro que se ha editado ahora es especialmente debido al entusiasmo de un biznieto de don Federico García Godoy, el joven Franklin García Godoy, reúne las tres novelas históricas que él escribió: Rufinito, Alma Dominicana y Guanuma. Leyendo este libro y poniendo la atención debida en los párrafos con que él inició cada una de estas novelas, podemos llegar a la conclusión, y no por deseo de llegar a esa conclusión sino porque está dicho por el autor, de que estos libros fueron escritos con un propósito determinado y claro, y que ese propósito era crear una conciencia nacional que impidiera una cosa que él veía con claridad: la inevitable caída de nuestro país en manos del poder norteamericano… Las juventudes dominicanas deben leer a Federico García Godoy y especialmente esta edición de Rufinito, Alma Dominicana y de Guanuma, porque no solamente se trata de tres novelas históricas dominicanas, escritas por un escritor que conocía su oficio… De manera que este libro no solamente nos familiariza con la literatura dominicana del siglo pasado y principios de este siglo y con la obra de un escritor muy respetado, sino que nos enseña que desde hacía tiempo en la República Dominicana había hombres que vieron lo que iba a pasar en el futuro inmediato de nuestro país. Que si entre los luchadores, los guerreros, los patriotas de las armas, el primero de los antiimperialistas fue Gregorio Luperón, entre los artistas, los creadores de la belleza, los creadores de la vida a través de las letras, el primero y el más consecuente fue Federico García Godoy”.
Disfrutemos un fragmento de El Derrumbe de 1916: “El político verdadero, el estadista sagaz, el hombre de gobierno, frente al conjunto de aspiraciones, anhelos y exigencias más o menos apremiantes que por virtud de cierto dinamismo social se producen en un momento dado, está en el deber imperioso, por previsión prudente y discreta, de escuchar a tiempo, oportunamente, sin indecisiones ni titubeos, esas voces que vienen de abajo traduciendo un estado de alma más o menos pronunciado del ser colectivo; murmullo tenue y suave al principio, más fuerte y resonante después, hasta trocarse en concierto de amenazas, como en ciertos coros de la tragedia griega. En estas democracias de aluvión, inconsistentes, irreflexivas, impresionables, tales voces, inescuchadas o desatendidas, suelen llegar con frecuencia a extremos deplorables que hay que evitar a todo trance. Imperdonable es en un gobierno bien intencionado pretender con amenazas o subterfugios contener o desviar esa corriente de opinión que persigue ansiosamente un objetivo determinado. Lo prudente en el hombre de gobierno es ponerse a la cabeza de ese movimiento, o cuando menos encauzarlo hábil y provechosamente…”.

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