El desacoplamiento gubernamental

El desacoplamiento gubernamental

El Gobierno ha tenido un afortunado manejo de la crisis sanitaria

Mientras el presidente Abinader sostiene un acelerado programa de actividades gubernamentales, y atendiendo a todo el mundo menos las demandas exageradas de sus partidarios exigiendo abundantes empleos, el resto de su administración trabaja en un desacople y al ritmo normal acostumbrado de los burócratas del Estado.

Y es que ya los nuevos se han  contagiado con el uso y costumbre existente de los enrolados a un gobierno con poco mas de nueve meses en el poder.

Los anuncios cotidianos del presidente Abinader, para modernizar su administración sosteniendo un programa ético del buen manejo gubernamental,  llenan diariamente las páginas de los pocos diarios impresos. La promoción oficial de sus actos saturan los medios electrónicos.

Es una acelerada propaganda  que ya incita y estimula  a muchos de sus seguidores a ir preparando la maquinaria reeleccionista. Esta es la costumbre en este medio del proceder de los políticos y periodistas  a la caza de nuevas oportunidades.

No importa que la pandemia se mantenga en los fines de semana con una elevada incidencia de casos diarios donde surgen las quejas junto con la resistencia  de muchos dominicanos de no ir a inyectarse pese al número de contagios que no desciende sino que se eleva en especial con los desórdenes sociales cuando se desprecian los rigurosos protocolos de distanciamiento y de toque de queda.

Tal es el mayor reto del Gobierno del presidente Abinader, que por obligación descarta cualquier plan que se vaya estructurando de prolongar el mandato constitucional y agregárselos a los cuatro de ahora como es la costumbre de nuestros políticos en su íntima convicción de que son insustituibles y mesiánicos.

Ahora es diferente por tantos factores sanitarios que golpean la economía y ha empujado a mucha gente a una pobreza que no figuraba en la existencia de miseria que ya padecían por toda una vida.

Indudablemente el presidente Abinader lleva a cabo una admirable administración, sin pausa pero con mucha prisa como si el tiempo se le fuera a agotar  antes de agosto del 2024.

Podría estar pensando que el país continuaría sumergido en el abismo de su atraso y lastrado en el estercolero de la corrupción imbatible cuando él concluya su periodo de cuatro años. No habría reelección si es que su gente no asimila los principios de la ética que él quiere imponer a la burocracia.

Y esta no viene de otro planeta. Es con la que convivimos y accionamos cotidianamente con sus lastres heredados de siglos.

Esto impulsa a que casi todas las gentes, cuando están en un empleo del Gobierno, solo tratan de buscársela a como dé lugar, arrollando a los demás  y manchando indignamente la confianza que el presidente le tuvo al nombrarlo.

Y esto se manifiesta de como se han ido aireando casos de notables indelicadezas de funcionarios de nuevo cuño.

Cotidianamente se anuncian medidas administrativas, legales y ejecución de obras en la modalidad de la unión público privada pero no ha cuajado con la celeridad que el presidente  quisiera que avanzara.

Mientras su administración se sostiene y avanza con un  viejo motor de dos tiempos, el presidente  avanza en una moderna maquinaria de motor de última generación sin poder desarrollar todo su potencial, que por las demostraciones es muy voluminoso y empuja al país, o a sacudirse de su indolencia ancestral o sumergirse en un nuevo estilo que procura un desarrollo en poco tiempo pese a la pandemia de la Covid-19 .

La pandemia de año y medio, agravada con la ocurrencia de un uso indiscriminado de clerén, metanol y otras  bebidas caseras mortales y hasta una epidemia de difteria, el país, ha ido sobreviviendo a todos esos percances y el Gobierno  ha tenido un afortunado manejo de la crisis sanitaria.

E incluso ocurrió que en marzo pasado  según cifras del Banco Central el país experimentó un crecimiento del 10,6%, cifra muy notable para la actividad económica y confirma que las medidas en ejecución han sido las correctas. 

Eso es muestra que el Presidente y las autoridades financieras no se han llevado de la locura que le proponen cotidianamente algunos de los cerebros calenturientos de la administración que por sus experiencias anteriores fueron funestas para el país  con medidas precipitadas e improvisadas como ocurrió en el periodo perdido y olvidado   del 2000 al 2004.

La cuota mortal diaria de las víctimas de la pandemia de la Covid-19  no impacta en los cerebros de los políticos o dirigentes de la mas variada gama que con sus continuas demandas de mejoría salarial va creando un cerco muy peligroso para la gobernabilidad.

Ya los ingredientes para un explosivo coctel de arrolladoras demostraciones populares  se estarían espabilando y nos podrían  retrotraer a épocas pasadas cuyos aniversarios de 56 años los conmemoramos hace pocos días.

Los anuncios cotidianos del Presidente llenan las páginas de los diarios impresos

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