El desafío colombiano

El desafío colombiano

Qué momento más feliz se ha vivido en días recientes en Colombia y en el mundo! Ingrid Betancourt fue liberada y junto con ella unos cuantos secuestrados más, incluyendo a los tres norteamericanos. Para todos ellos, es el fin de una larga noche, siempre oscura para los que tienen cercenada su libertad. Para los colombianos en general, puede ser el inicio de una clarinada matutina que les lleve por un sendero donde finalmente encuentren la paz y la confianza en el provenir.

¡Qué bueno, además, de que estos acontecimientos hayan ocurrido cuando los colombianos celebran la fiesta de su independencia el próximo 20 de julio!

Muy estimulante, y tan importante como la liberación, es la brillantez de un operativo de inteligencia donde el horizonte fue el contenido humanitario del mismo y no el éxito militar en su sentido exacto. Una vez fuera del campamento, el Ejército Nacional pudo dar un golpe destructivo al mismo y causar decenas de muertos. Opto por el triunfo moral y el ejemplo cívico.

Y resulta estimulante porque esa acción puede ser catalizadora de un doble efecto: abrir un nuevo capítulo de negociación y proyectar una nueva imagen del Ejército Nacional de Colombia y de algunos funcionarios que han sido percibidos, por muchos, como aferrados a la búsqueda de golpes militares por encima de los efectos morales.

Sin embargo, estemos claros que no es el fin, aunque puede ser el comienzo.

Colombia, sus autoridades y su pueblo tienen un complejo y difícil camino que andar. Una vez liberados los rehenes más emblemáticos, no puede bajar el clamor nacional y mundial por la liberación de todos los restantes y porque se creen las bases para un proceso negociador en el que las partes sostengan como horizonte el sentido humanitario.

No se puede intentar ignorar que en el espectro político colombiano subsisten fuerzas, o elementos, de sentido político o ideológico contrapuestos a la insurgencia que también han estado provocando un gran daño a las aspiraciones de paz de la sociedad colombiana. Son miles los desmovilizados de otros grupos guerrilleros que negociaron la paz años atrás que han sido asesinados a mansalva. Ello mengua la confianza negociadora para los dos grupos aún beligerantes.

No puede desconocerse que el argumento oficial del Congreso norteamericano para negarse a tratar el acuerdo de libre comercio firmado con ese país sudamericano es el gran inventario de sindicalistas y opositores también asesinados constantemente; el tema de la para política hay que llevarlo hasta las últimas consecuencias. No olvidemos que esto no significa el fin de la pesadilla del narcotráfico. ¡Tremendo desafío tienen por delante los colombianos!

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