El desafío de destruir armas químicas en Siria en una guerra

El desafío de destruir armas químicas en Siria en una guerra

BBC MUNDO. Una organización internacional, hasta ahora casi desconocida, estará a cargo durante los próximos meses de la tarea poco envidiable de destruir el arsenal de armas químicas de Siria.

La Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPCW, por sus siglas en inglés), basada en Holanda, recibió un mandato del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas de establecer una comisión especial de su personal para llevar a cabo lo que ha sido calificado como una «misión increíblemente difícil».

El domingo, el equipo de unos 20 expertos en desarme de la OPCW informó que habían comenzado el trabajo, que incluye destruir más de 1.000 toneladas de gas nervioso sarín, de gas mostaza y del agente nervioso más potente que se conoce, el gas VX, que se cree Siria también produce.

No se indicó en cuál de los 19 sitios donde el gobierno sirio almacena sus armas químicas comenzó la operación.

Pero lo que se sabe es que la destrucción del armamento no será nada fácil, debido a que varios de estos lugares están en el centro de zonas de combate que continúan siendo devastadas por la guerra civil en el país.

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La destrucción se lleva a cabo tras el letal ataque de armas químicas en agosto pasado.

Fuerza y química. El primer paso, que deberá llevarse a cabo en las próximas semanas, es la eliminación de las instalaciones, maquinaria y equipo que se usan para la producción de las armas y para rellenar los proyectiles y bombas con los gases tóxicos.

«Para esta primera etapa, quizás lo único que se necesitará será la fuerza bruta», explica Jonathan Marcus, corresponsal diplomático de la BBC.

«Los componentes clave de las instalaciones de producción pueden destruirse o hacerlos inservibles con la fuerza. Y lo mismo se hace con los sitios donde se lleva a cabo el relleno de las municiones» agrega el corresponsal.

Por ejemplo, las bombas o proyectiles vacíos pueden ser aplastados con un vehículo pesado o con almádenas.

El segundo paso es la neutralización de las enormes reservas de precursores químicos, los compuestos que son los fundamentos para la creación de los gases. Esto puede llevarse a cabo con distintos métodos.

Se les puede incinerar a temperaturas muy altas para destruir la toxicidad de los agentes. O se les neutraliza agregándoles agua y algún otro producto, como soda cáustica.

Cuando las armas químicas están cargadas con explosivos, se deben tomar precauciones adicionales.

Una solución es llevarlas a unidades móviles de destrucción, las cuales pueden movilizarlas al sitio donde están almacenadas las armas para evitar el riesgo de tener que transportar un armamento cargado con munciones a través de una zona de guerra.

En estas unidades móviles, los agentes químicos pueden eliminarse rodeándolos con explosivos y colocándolos en una cámara blindada.

La explosión destruirá tanto las municiones como los agentes químicos.

Otro método es la llamada tecnología de detonación caliente, con la cual se colocan las municiones en una cámara con temperaturas de unos 550ºC, lo suficientemente caliente para destruir tanto el arma como sus contenidos químicos.

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Sin precedentes. Según la OPCW, sus expertos están trabajando en tres áreas: la verificación de la información que entregó el gobierno sirio, la seguridad de los equipos de inspección y los arreglos prácticos para implentar el plan de destrucción.

Y tal como señalan los analistas, el mayor desafío no será la destrucción en sí misma, sino el tener acceso a ella y la seguridad de los equipos.

Ésta es la primera vez que la OPCW intenta destruir un arsenal químico en medio de una guerra civil y el mandato de la ONU establece que la eliminación deberá terminar a mediados de 2014.

Tal como señala Jonathan Marcus, «todo esto es territorio sin explorar. Es un programa sin precedentes y planeado aceleradamente para eliminar el arsenal químico de un país en medio de una cruenta guerra civil».

«No extraña que muchos expertos se muestren tan escépticos. La verdadera prueba de la voluntad de las autoridades sirias para implementar este acuerdo está sólo comenzando», agrega.

En el pasado la tarea de eliminación de armas químicas solía ser sencilla: se les vertía en el mar.

Según un informe del Servicio de Investigación del Congreso de Estados Unidos, publicado en 2007, desde la Primera Guerra Mundial hasta los 1970, EE.UU. se deshizo de miles de municiones químicas desechándolas de esa forma.

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Los expertos en desarme tendrán nueve meses para destruir el arsenal químico.

Se menciona, por ejemplo, que en 1964, el ejército vertió en el Atlántico 1.700 proyectiles de 75mm cargados con gas mostaza que habían estado almacenados en el arsenal de Edgewood en Maryland.

En 1970, el ejército se deshizo de 12.508 cohetes M55 de gas sarín en el mar, a 400 kilómetros de Cabo Kennedy, Florida.

Y el método que se usó en Irak en los 1990: con explosiones controladas en fosos profundos, también ha sido descartado debido al riesgo que conlleva para las poblaciones cercanas.

Hoy, la destrucción de gases venenosos es un proceso mucho más complicado: la Convención sobre las Armas Químicas prohíbe que los suministros sean incinerados en fosos abiertos, enterrados o desechados en el mar.

Y en medio de una guerra civil, muchos creen que la tarea en Siria podría ser casi imposible.

Tal como le dijo a la BBC Ake Sellstrom, jefe de inspectores de armas de la ONU, «la tarea es viable, pero sin duda será sumamente estresante».

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