A pesar del panorama de alzas en importaciones de toda índole incluyendo las energéticas, y las influencias negativas que en sentido general se reciben de una economía mundial en crisis, República Dominicana conserva suficientes condiciones favorables para seguir adelante.

El país muestra capacidad de crecer productivamente aun en tiempos anormales como se palpa en los sectores de turismo y zonas francas y en otras áreas de inversión y de nacientes proyectos desarrollistas incentivados por la estabilidad macroeconómica.

Estas virtudes tienen que ser aprovechadas rápidamente, y antes que llegue lo peor de la tormenta, para hacer reformas institucionales que hagan avanzar la recuperación que ha estado en marcha tras los inicios de la pandemia y antes de que la guerra de Ucrania oscureciera el futuro.

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Aun pintando un cuadro sombrío y de incertidumbres llegadas del exterior, el Fondo Monetario Internacional alienta a los dominicanos a actuar contra problemas preexistentes que se manifiestan en pobreza, desempleo y desigualdad, confirmación de que la economía no ha crecido con uniformidad social.

El último balance fondomonetarista sobre la realidad del país, al que de todos modos reconoce capacidad para superar adversidades, contiene una excepcional preocupación por la deuda pública condenada a tasas más altas que restarían flexibilidad al Estado para manejar sus finanzas haciendo más desafiante la coyuntura.