El desamparado envejeciente dominicano

El desamparado envejeciente dominicano

El envejeciente de nuestro país es afectado por un síndrome de fenómenos naturales y sociales que lo destruyen física, psíquica, moral y espiritualmente. Ellos son: las enfermedades catastróficas y terminales, la soledad, la miseria, el ocio y el desamparo. ¡Qué cuadro humano más triste y deprimente viven en nuestra república un alto porcentaje de los ancianos ya retirados!

Todo proviene de una deuda social acumulada por más de 50 años producto de una injusticia que es reflejada por la mala asignación y distribución de los fondos públicos presupuestados a pensiones. Encontramos en este doloroso acto estatal la siguiente escala de sueldos mensuales: RD$5,117.50 (monto mínimo de pensión), RD$7,000.00, RD$10,000.00; pero encontramos también de RD$500,000.00, de RD$700,000.00 y hasta de montos mayores, disfrutados por una élite que ha ocupado funciones en el Estado y sus trabajos han sido supra valorados por privilegios de la política partidista, no por los efectos de la ley sobre la materia. Debemos comprender, que esta patria la constituimos todos los que nos ha tocado nacer en ella, muchos de esos pobres dominicanos la han defendido hasta con el supremo sacrificio de sus vidas, y sus huérfanos y descendientes no disfrutan de una pensión digna del gobierno.

Esos hombres y mujeres que han sido y son víctimas en la actualidad de esa acuciante e injusta situación de las pensiones, pertenecen a dos o tres generaciones que sostuvieron la continuidad histórica de la nación, cuidando con gran celo la libertad, la independencia y la soberanía patria, luchando por establecer la democracia y los valores sociales, políticos y económicos fundamentales para vivir en un país con libertad y justicia.

Cumplieron los roles de padres y madres con amor, abnegación y entrega, y le dejaron como legado a la patria la descendencia, que son los adolescentes, jóvenes y adultos; las generaciones sustitutas, que garantizan la continuidad del Estado Dominicano.

Cumpliendo largas y fatigantes jornadas de trabajo por sueldos miserables, día a día, durante dilatados períodos de tiempo de hasta 35, 40 y hasta más de 50 años  ininterrumpidos; produciendo bienes y servicios, o sea la riqueza nacional, para el bienestar y la felicidad de una minoría y de la existencia misma del pueblo dominicano.

Este desdichado cuadro de iniquidad social constituye una vergüenza nacional que debe de comenzarse a corregir indexando esas pensiones miserables. Yo diría con sentido práctico, producir un aumento sostenido de un 20% anual, hasta lograr, sino la igualdad, si quiera, una aproximación para equiparar  dichas pensiones con el valor de la canasta familiar.

Estos recursos hay que buscarlos sin reservas, para no seguir sosteniendo esta indecorosa situación nacional, cargando el país con el estigma de la indolencia más inhumana.

Dentro de las prioridades de los programas de gobierno que proponen los partidos políticos para las elecciones del año 2012, la dignificación sin demora de las pensiones del sector público, debe figurar como un compromiso de honor de los candidatos y del Presidente de la República que resulte electo.

La gran masa de votantes interesados en este problema, planteado por nosotros, debe de tener muy presente a la hora de votar, cómo soluciona con la fuerza de su voto esta injusticia degradante para la sociedad dominicana.

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