El desarrollo está en el gasto, no en el ingreso

El desarrollo está en el gasto, no en el ingreso

Ya sea para una familia o una nación, el cómo se dispone de lo que se ingresa es el determinante clave para el desarrollo.

De hecho, cómo se gestiona el gasto – de nuevo, tanto para una comunidad familiar como para un país –acaba determinando la cantidad de ingreso que se generará.

El hecho de que más no es necesariamente mejor está, a estas alturas, harto demostrado.

Y, sin embargo, la mayoría de los habitantes de Latinoamérica – gobernantes incluidos – nos resistimos a aceptarla. Seguimos, en cambio, apostando a los viejos y vencidos criterios de maximización que nos legara el capitalismo de la era industrial.

A nivel de la economía familiar, partir de la premisa de que ingreso equivale a bienestar puede llevarnos a la trampa de la persecución desenfrenada del ingreso.

De esta forma, el único sentido de dirección que aceptaremos como válido es aquel que nos lleva a aumentar nuestros ingresos sin que nos importe demasiado la calidad de nuestros gastos.

Este modelo unidimensional de abordar el crecimiento parece funcionar, siempre que el nivel de ingreso se mantenga.

La realidad es, sin embargo, que los ingresos fluctúan; por lo que este camino lleva, casi invariablemente, al híper-consumo, a la acumulación excesiva de activos no productivos y, en último término, a la iliquidez.

Prestar atención al por qué y para qué se gasta es mucho más importante para el desarrollo que enfocarse exclusivamente en aumentar el ingreso.

 

 

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