La acuciosa e incansable investigadora de temas históricos y de personajes célebres, Angela Peña, en su columna Media Naranja que publicaba en este periódico, escribió el 8 de marzo del 2004, una interesante columna acerca de los Políticos Desacreditados, en donde glosaba interesantes sentencias de diversos personajes de renombre mundial que podría considerarlo como la continuación de mi artículo del pasado sábado 9: Políticos Desacreditados por sus Rapacidades.
Me permitiré transcribir algunas de esas sentencias, que encuadran la acción de quienes se incorporan al ejercicio de la política. Angela Peña tomó las sentencias, que a continuación transcribo, de la valiosa obra de Antonio Thomén: El Manual de la Vida, Compendio de Sabiduría Universal.
Decía George Bernard Shaw que La política es el paraíso de los charlatanes. Winston Churchill sentenciaba Un buen político es aquel que, tras haber sido comprado, sigue siendo comprable. Y ese excelente actor sajón Groucho Marx decía: La política es el arte de buscar problemas, hacer un diagnóstico y aplicar después los remedios equivocados.
Otro ilustre pensador Bertold Brecht sentenciaba: El analfabeto político es tan bruto que se enorgullece inflando su pecho diciendo que odia la política. No sabe el imbécil que de su ignorancia política nacen las prostitutas, el niño abandonado y el peor de todos los bandidos, que es el político embustero, el corrupto lacayo de todos los explotadores del pueblo.
El renombrado y admirado escritor Ernest Heminghway afirmaba: En todos los contactos que he tenido con políticos he quedado con la sensación de que he estado bebiendo de escupideras. Noel Clarasó fue más didáctico: Política es el arte de obtener dinero de los ricos y votos de los pobres, con el fin de proteger a los unos de los otros. También Clarasó decía: Un político es un hombre que dice representar la voluntad del pueblo, sin haberle preguntado jamás.
Una de las más cínicas sentencias acerca de los políticos fue la de aquel norteamericano que por accidente se vio elevado a la primera magistratura de su nación y tuvo que cargar con la vergonzosa distinción de autorizar los lanzamientos de las dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki para ponerle fin a la II Guerra Mundial, Harry Truman, decía: Cuando era joven había decidido ser pianista en un burdel o político profesional. A decir verdad, no hay mucha diferencia.
Y un pensador francés, Jacques Bénigne-Bossuet señalaba muy juiciosamente: La política es un acto de equilibrio entre los que quieren entrar y aquellos que no quieren salir.
Artemus Ward decía de la política: Yo no soy político, todas mis costumbres son honorables. O John Dryden señalaba: En política, a quien más miente es a quien más se le cree. El filósofo universal y gran pesimista Frederick Nietzsche: La política es el campo de trabajo para ciertos cerebros mediocres. Y el gran escritor de tantas obras de aventuras apasionantes Robert Louis Stevenson afirmaba: La política es quizás la única profesión para la que no se considera necesaria ninguna preparación.
Angela Peña realizó una gran labor al glosar las sentencias recogidas por el señor Thomen en su obra y que conservan todo el sabor y fuerza de una realidad, que hoy en día nos golpea ásperamente y nos deja agobiados al ver la rapacidad de los políticos con su gran desfachatez y desvergüenza.