El deseo de aprender

El deseo de aprender

MAURO CASTILLO
En su edición del 1ro. de Diciembre del 2004 el reputado periódico El Mundo de París publica un valioso reportaje en su página 26 analizando uno de los problemas psicológicos más complejo y enigmático que afecta a millones de estudiantes en la etapa de los cursos primarios (PC). De inmediato plantea esta gran pregunta: ¿Por qué ciertos alumnos llegando con su mochila nueva llena de motivación, la pierden durante el curso de la vida escolar?

Este es un comportamiento propio de cualquier escuela ordinaria destinada a enseñarles a los alumnos a leer, escribir, contar, etc. y bruscamente este año o un poco más tarde, algunos, se bloquean. Sin causa aparente, sin explicación clara ellos no juegan más el juego divertido de la Escuela. No tienen deseo y si lo tienen no participan. ¿Por qué no lo hacen? Y como remediar esto? A esta pregunta tan vieja como la Escuela, a la cual centena de horas de reflexión pedagógicas han consagrado los psicólogos dedicados a la pedagogía y a la sociología aportando desde entonces muy pocas respuestas nuevas, aprender, por tanto, que cosa más natural. El niño lo hace desde el nacimiento. Hasta los 18 meses él se aplica a controlar su motricidad, aprender los límites de su cuerpo, lactar los senos de su madre. Luego viene el tiempo de los primeros sistemas de simbolización: lenguaje hablado, el juego, los dibujos. Tantos aprendizajes adquiridos con orgullo y placer y con la agradable ilusión propia de la primera infancia de crear el mundo.

Pero entre los 5 y 8 años, todo cambia. Lectura, escritura, lógica concreta: anteriormente espontáneos, los aprendizajes impuestos por el cuadro escolar devienen intelectuales y colectivos. Este es un pasaje fundamental que Marie-Luce Verdier-Gibello, Psicóloga Psicoterapéutica compara con un «período de metamorfosis del pensamiento psíquico y de la experiencia de identidad» y que no se hace sin un intenso trabajo psíquico, ni sin que algunos no titubeen sobre el camino de su nuevo trabajo de alumnos.

«Donner a»l» enfant le desir d» aprendre et toute méthode será bonne» (Dar el niño el deseo de aprender y todo método será bueno) afirmaba Rousseau en su obra clásica L»Emilie (El Emilio).

Esta sentencia de Rousseau es innegable, pero que hace cuando la ausencia de deseo resiste a todos esfuerzos de los padres, tutores o pedagogos; o en aquellos que llegan cargados de motivaciones y luego la pierden en el camino.

Para explicar este fenómeno se podría evocar las desigualdades sociales y la importancia acordada en el medio familiar al éxito escolar. Estos son influencias cuyos efectos sobre los alumnos no son tan simples como se pudiese creer.

Otros componentes también de gran importancia son: la relación del alumno con su profesor comprendiendo su vínculo efectivo (Todavía recordamos con gratitud cuanto nos ayudó en el 6to. curso primario de la Escuela de San Cristóbal el trato efectivo que nos daba la brillante profesora Chea Valdez). Cuando niños aterrorizados por la novedad que construye el medio escolar, llegan cargado de ansiedad demandando ante todo darles seguridad. Sin embargo, se les aconseja a los jóvenes en vía de enseñanzas durante su formación para ser profesores, evitar las relaciones efectivas con los alumnos.

Aun nos queda otra realidad omnipresente para todos los alumnos y no obstante rara vez tomada en cuenta por los especialistas en ciencias de la educación: se trata de la llamada prueba de la colectividad. En una clase donde los niños son objeto de evaluaciones constantes de parte de los maestros, el proceso de comparación social funciona de manera personalmente. Los investigadores que han comenzado a interesarse están formalmente claro al afirmar que esto influye profundamente sobre los alumnos en las puntuaciones de sus notas como en sus motivaciones.

Aun con incertidumbre en sus competentes intelectuales, los niños prestan enormemente atención a los resultados de sus compañeros de clase, sobretodo en aquellos que son de su mismo sexo, tal como lo afirma Pascal Huguet, investigador del Laboratorio de Psicología Cognitiva de Aix-Marseille, Francia, quien está convencido, según los resultados de sus investigaciones realizadas en el CNRS (Centro Nacional de Investigaciones Científicas Francés) que no se toma muy en cuenta las dinámicas sociales de las aulas de clase para explicar las dificultades escolares, que cada vez más afectan a miles y miles de estudiantes de todos los niveles y de todas las categorías sociales.

En conclusión ¿Qué puede hacer el profesor para mejorar cuando es realmente negativo, el concepto escolar de sí mismo, que tiene el alumnos? cuyas notas son ligeramente superiores, pero no con los primeros de la clase. No enviar los más débiles al pizarrón, pero cuando los manden darles la confianza de que no serán puestos en situaciones difíciles o ridiculizantes ante sus compañeros.

Es necesario recordar que ciertos alumnos tienen una noción rígida o fija de la inteligencia (yo soy nulo en matemáticas, por tanto, me voy a quemar, etc) y que son estos sujetos los que le dan mayor importancia a la comparación social.

La confianza que el niño le otorga a las buenas puntuaciones de sus notas, la manera de cómo se proyecta hacia el porvenir profesional son los factores determinantes para mantener una elevada motivación tal como lo afirma Delphine Martino, Enseñante- Investigadora de Psicología Cognitiva de Clemont-Ferrand, Francia.

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