El desfile de las antorchas o la adulonería con candela

El desfile de las antorchas o la adulonería con candela

El venidero 24 de octubre de este 2011 se van a cumplir sesenta y un años de un espectáculo que realmente yo creo que relatarlo parece una gran mentira o algo fantasmagórico. Se trata del desfile de las antorchas. Eso ocurrió la noche del 24 de octubre del 1950. Ya el omnímodo opresor, el superbo mandonista llevaba veinte años.

Y tal parecería que los laboratorios y los talleres, donde se estructuraban las rimbombancias de los elogios, las infamias adulonatrices y todos los abajamientos, para torcer las extremidades o arquear la espina dorsal, habían consumido ya las inventivas de todos los arrastra-pancismos.

La noche del 24 de octubre de 1950, faltaban todavía once años de una carrera larga y desenfrenada hacia los estadios vergonzosos del deshonor y la ramplonería. Ese 24 de octubre de 1950, Trujillo cumplía cincuenta y nueve años de edad. Ese hombre de maldades y de violencias nunca antes vistas, era el amo de los uniformes y de las armas, el dueño de las calles, de las plazas y de los hogares. Él era el Duce, el Caudillo, el Fuhrer, El Jefe.

Del desfile de las antorchas han pasado seis décadas. Creo que en el presente no son muchos los que recuerden ese ominoso espectáculo, de llamaradas laudatorias.

Por igual creo que miles de los que participaron como portadores de antorchas, esa noche de trujillismo mandonista y esclavizador, ya les entregaron sus almas al Padre Sacro del Sacro Universo. Esa noche “El Conde” era como una réplica de la neroniana “Vía Capua” de Roma la dominadora del mundo.

Esa noche, encima del Baluarte del Conde y para escarnio de la inscripción que reza: “Dulce et decorum est pro Patria mori”, nos encontrábamos el coronel Guarionex Saladín, Francisco Grullón Cordero, un servidor y el camarógrafo puertorriqueño Juan Viguié, de la empresa “Viguié Tele-new”, que realizaba una película, que La Voz Dominicana proyectaría en su moderna sala cinematográfica. Transcurridas seis décadas de los hechos que evocamos, recuerdo que desde los altos del Baluarte, Sinaí de nuestra aurora republicana, me parecía que la calle del El Conde estaba alfombrada de fuego. Además por una confusión óptica, me figuraba que las paredes y las vitrinas de la comercial y lujosa vía, estaban encortinadas de vivas llamas.

La marcha comenzó en El Conde esquina Isabel La Católica, hasta llegar al Baluarte, torciendo a la izquierda en la Palo Hincado, para alcanzar la George Washington. Y finiquitar en la Máximo Gómez. Jorge Yeara Nas ser, me dijo: “Cosas así no hubiesen surgido jamás de las mentes de Franco, Mussolini, Hitler o Stalin”.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas