Por: Carolina Montero
A diario muchas personas se quejan del desabastecimiento de los alimentos en el mercado y se lo atribuyen a factores directos como, por ejemplo, la inflación, pero la mayoría de veces nos quedamos en el tronco y no profundizamos en la raíz, donde se origina el Génesis del problema.
El desperdicio de comida afecta severamente la seguridad alimentaria y un reflejo de esto es lo que arrojó el informe sobre el Índice de Desperdicio de Alimentos emitido en el 2024 por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), destacando que los últimos datos del 2022 muestran que se desperdiciaron 1050 millones de toneladas de alimentos y que mientras un tercio de la humanidad se enfrenta a la inseguridad alimentaria, una quinta parte de los alimentos se tira a la basura, lo que equivale a mil millones de comidas.
Esta es una cifra alarmante y que cada día crece debido a la falta de conciencia o ignorancia de la situación, donde le atribuimos el problema a lo más evidente, olvidándonos que cada ciudadano en el mundo tiene una cuota de responsabilidad, que como bien dice el informe “la alta cantidad de alimentos que se pierde sucede en distintas fases de la cadena alimentaria, que va desde la cosecha hasta el punto de venta y consumo”.
Así también lo confirma la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que sostiene que alrededor del 19% de los alimentos disponibles para los consumidores se perdieron en el comercio minorista, los servicios alimentarios y los hogares.
Rescatando este último punto sobre -los hogares-, enfatiza que la mayor parte del desperdicio alimentario mundial procede de ahí, con un total de 631 millones de toneladas de alimentos despilfarrados. “Cada persona desperdicia 79 kilogramos de alimentos al año. Esto equivale a 1,3 comidas diarias para todas las personas hambrientas del mundo”.
Otros señalamientos que hace el informe del PNUMA, es que el desperdicio de alimentos es una tragedia global que afecta a la economía mundial, agrava el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación.
Este enunciado “millones de personas pasarán hambre hoy mientras se desperdician alimentos en todo el mundo”, debe hacernos reflexionar y coadyuvar con la situación, no solo exigir la creación de políticas públicas, sino, desde nuestro rol aportar un granito de arena con acciones simples como estas:
Planificación y organización
-Haz una lista de compras basada en lo que realmente necesitas.
-Organiza tu nevera y despensa para mantener los productos frescos al frente.
-Verifica las fechas de caducidad y usa primero lo que está próximo a vencer.
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Almacena tus alimentos correctamente
Guarda frutas y vegetales en las zonas adecuadas del refrigerador para extender su vida útil.
Usa frascos herméticos para granos y cereales.
Congela los alimentos frescos si no los vas a consumir pronto (pan, vegetales, carne).
Aprovecha todo el alimento
Usa cáscaras de vegetales y huesos para hacer caldos.
Transforma frutas maduras en mermeladas, smoothies o postres.
Cocina creativamente con sobras (tortillas, ensaladas, bowls).
Composta los restos no comestibles para tus plantas, creando abonos naturales que se obtienen de la descomposición de residuos orgánicos como cáscaras de huevo y borras de café.
Sé consciente de tus porciones
Sirve solo lo que vas a comer y guarda las sobras de manera adecuada.
Ayuda a los demás
Dona alimentos en buen estado a organizaciones que apoyan a personas en situación vulnerable.
¡Edúcate!
Infórmate sobre técnicas de preservación, recetas de aprovechamiento y la realidad del desperdicio alimentario en tu país.
En definitiva, reducir el desperdicio de comida garantiza la seguridad alimentaria creando hábitos conscientes y acciones simples día a día.