El despertar de la vida

El despertar de la vida

¿Una flor caída volviendo a la rama? Era una mariposa.

Sogi

Al final del invierno, vivimos tiempos de una transformación muy profunda. La oscuridad, el frío y el silencio son los cómplices de la semilla que espera el llamado al despertar. Como todo nacimiento, este momento es muy delicado y de una gran vulnerabilidad.

Aunque lo natural es que cada semilla logre ser en árbol, flor y fruto. En realidad no es así. Primero, para salir de la tierra, ella tendrá que realizar un gran esfuerzo. Todos los procesos de cambio consumen una cantidad enorme de energía.

Luego, si logra salir del silencio para mostrarse al mundo, corre el riesgo de que algún animal la use de alimento, algún niño travieso la arranque o algún adulto desuidado la pise. Lo mismo ocurre con la oruga, que no sabe que después del capullo se convertirá en mariposa.

En este tiempo, cada uno de nosotros está experimentando el mismo proceso que la semilla y la oruga. El despertar a una nueva forma de vida siempre exije la muerte previa del ser que éramos. Como en el proceso nos separamos de la vida conocida y de las relaciones que construimos, con frecuencia, la idea de morir dispara muchos miedos.

El poeta Antonio Machado escribió: “La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos”. Varias historias cuentan que algunas mariposas han intentado revelar a las orugas que ellas volarían, pero éstas no les creyeron. ¿Cómo podría ser posible si ellas sólo saben arrastrarse?

Vista desde afuera, la transformación puede parecer simple. ¡Pero no lo es! Quien no ha visto a una oruga convertirse en mariposa, o ha presenciado como la semilla se vuelve árbol, puede parecerle algo muy descabellado. Quien sólo conoce el movimiento horizontal de arrastrarse, puede encontrar que la dimensión vertical es imposible.

A partir de esta semana, debes estar atento al llamado al despertar que hace la vida. Quién se arrastra no puede imaginar que es capaz de volar. Así es como Osho describe el sueño de la conciencia. Una mente que se limita a lo que percibe como realidad, en vez de reconocer su capacidad de imaginar, para crear una realidad que parecía imposible de vivir.

Este año, en el hemisferio norte el equinoccio de primavera ocurre a las 6:28 am del lunes 20 de marzo. La palabra Equinoccio viene del latín aequs (igual) y nox (noche), significando que este dia el dia dura lo mismo que la noche. Primavera viene de “prime” y “vera” y significa “el buen tiempo”.

Durante siglos, la celebración del regreso del sol en primavera ha sido una de las ceremonias más importantes celebrada por nuestros antepasados, quienes reconocían en este tiempo un gran valor por dos razones:
1. En primavera brota la vida, los árboles florecen y dan frutos, 2. Es un momento cósmico en el que conectamos con el equilibrio de los opuestos luz-oscuridad

Si en el invierno aceptamos la invitación de reposar, silenciar y dejar dormir aquello que no teníamos la fuerza de sostener, en primavera tendremos la fe que se requiere para dejar la dimensión horizontal de la seguridad, y alzar el vuelo.

Al responder al llamado de la vida, podremos experimentar la confianza y valentía que se requiere para hacer realidad los sueños. En primavera la vida se despierta. El destacado escritor japonés Kobayashi Issa dijo: “En este amanecer de primavera, incluso mi sombra está repleta de vigor.”

El despertar de la vida luego del invierno, es un símbolo de resurrección. Del mismo modo, durante la pascua el Cristo renace en la materia, trayendo de nuevo la esperanza de que la muerte es vencida por quienes ponen su confianza en la vida. El actor estadounidense Elliot Gould dijo: “Nadie puede ser esclavo de su identidad: cuando surge una posibilidad de cambio, hay que cambiar”.

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