¿El destino del cambio climático queda ahora en manos de jueces?

¿El destino del cambio climático queda ahora en manos de jueces?

En la lucha contra el cambio climático, una herramienta parece cada vez más popular: el litigio. Desde Estados Unidos hasta India, activistas, Gobiernos y ciudadanos preocupados están demandando a un ritmo vertiginoso. Los partidarios quieren que los tribunales obliguen a petroleras, usuarios de energía y Gobiernos a pagar daños pasados y evitar futuras amenazas. Los opositores dicen que la política de cambio climático es asunto de los Gobiernos nacionales y tratados internacionales, no de un puñado de jueces.

1. ¿Por qué recurrir a los tribunales? Activistas y abogados ambientalistas están buscando nuevas formas de usar la ley para frenar el calentamiento global y asignar responsabilidad por los daños económicos resultantes. Han desarrollado un sentimiento renovado de urgencia por la decisión del presidente Donald Trump de retirar a Estados Unidos del acuerdo climático de París de 2015. Algunos creen que los tribunales son especialmente adecuados para imponer controles allí donde las legislaturas y las agencias gubernamentales han fallado. Estados y ciudades de EE.UU. que buscan reparación en los tribunales dicen que es la única vía abierta para ellos, ya que el gobierno federal ha pasado los últimos tres años tratando de deshacer las regulaciones climáticas establecidas por el presidente Barack Obama.

2. ¿Quiénes son los acusados? En EE.UU. son principalmente las grandes petroleras, pero también han demandado a productores de energía y agencias estatales y federales. Los Gobiernos son los objetivos en gran parte del resto del mundo, incluidos Canadá, Pakistán, India y Uganda. En Europa, los Gobiernos locales y nacionales han sido demandados porque sus planes de aire limpio no cumplen con los requisitos mínimos de la Unión Europea. Estos incluyen límites de emisiones dirigidos a automóviles diésel más antiguos, menos eficientes y más perjudiciales para el medio ambiente.

3. ¿Cuál es el argumento? Algunos afirman que la industria de petróleo y gas creó una “molestia pública”, una amenaza ilegal para el bienestar de la comunidad. Otros consideran que sus productos son excesivamente peligrosos para la salud del planeta. En EE.UU., funcionarios estatales han afirmado que las corporaciones petroleras sabían sobre los peligros del cambio climático durante décadas y maquinaron para ocultar la información. Muchos casos se basan en la afirmación de que la salud del medio ambiente es un fideicomiso público, mantenido por el Gobierno en beneficio de las generaciones futuras.

4. Entonces, ¿se trata de derechos humanos? Sí, los argumentos de derechos humanos son un enfoque pequeño pero creciente. Los demandantes argumentan que el cambio climático ha amenazado o quitado los derechos básicos a la vivienda, la salud, la alimentación, el agua e incluso la vida. Los argumentos van desde niños colombianos que reclaman que la deforestación de la Amazonía los priva de un medio ambiente saludable, hasta la afirmación de cientos de ancianas suizas que su país no ha hecho lo suficiente para protegerlas del aumento de las temperaturas globales.

5. ¿Cómo han respondido los Gobiernos? Ellos argumentan que los jueces no deberían establecer políticas gubernamentales. También dicen a menudo que los beneficios sociales y económicos de las fuentes de contaminación superan las preocupaciones ambientales. Ese fue el argumento de Sudáfrica ante el desafío de construir una central eléctrica a carbón, ya que 16% de la población aún no tiene acceso a electricidad.

6. ¿Qué hay de las compañías de energía? Señalan los enormes beneficios económicos creados por sus productos. También indican que individuos, industrias y Gobiernos contribuyeron voluntariamente al cambio climático a través del uso de combustibles fósiles. Niegan haber tratado de engañar a los consumidores sobre el calentamiento global y acusan a los abogados de los demandantes de demonizarlos en busca de una gran bonanza.
7. ¿Cómo han salido los casos? Los ambientalistas han ganado importantes casos contra Países Bajos, Colombia y Sudáfrica. Las demandas pendientes han cambiado los comportamientos. Los alemanes, por ejemplo, evitan comprar automóviles diésel, ya que los prohíben cada vez más en ciudades que no cumplen con los estándares de partículas y óxidos de nitrógeno.

8. ¿Cómo han sido los resultados de las demandas en EE.UU.? Inicialmente, malos. Un juez federal desechó una demanda de la ciudad de Nueva York contra cinco de las petroleras más grandes del mundo en 2018 (un tribunal de apelaciones está considerando los argumentos de la ciudad para restablecer el caso). Pero la administración Trump, como su predecesora, hasta ahora no ha logrado desviar una demanda presentada por jóvenes que afirman que el rol del Gobierno en el cambio climático es una violación de sus derechos constitucionales. Una corte federal de apelaciones en San Francisco está considerando si el caso puede pasar a juicio. Hay más de una docena de demandas de “molestia pública” que buscan responsabilizar a las compañías de energía por los miles de millones de dólares de los contribuyentes gastados para aclimatarse a un mundo en calentamiento o para remendar los desastres causados por huracanes, inundaciones e incendios forestales sin precedentes. Exxon Mobil Corp. está siendo demandado en Nueva York (el juicio ha terminado y un juez está considerando el caso) y Massachusetts por supuestamente ocultar al público su conocimiento sobre el cambio climático y engañar a inversionistas sobre el futuro impacto financiero del calentamiento global.

9. ¿Por qué los ambientalistas siguen intentándolo? Están buscando lo que pasó con el tabaco. Activistas contra el tabaquismo y familias de fumadores con cáncer perdieron reclamos contra las grandes tabacaleras durante décadas en EE.UU. antes de la década de 1990. Un grupo de fiscales generales estatales cambió el rumbo al asociarse con los mejores abogados privados para enfrentarse a la industria en los tribunales estatales. La victoria resultó en compensaciones por un total de US$246.000 millones y cambios permanentes en la venta y comercialización de los cigarrillos. Es un modelo que a los activistas del cambio climático les encantaría replicar.

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