El destino edípico de Danilo Medina

El destino edípico de Danilo Medina

DIÓGENES CÉSPEDES
A finales de 2007, un hombre sin sospecha de ser partidario de la tesis de Américo Lugo sobre la inexistencia de la nación debido a la incultura política del pueblo dominicano, Manuel E. Gómez Pieterz, publicó en HOY  un artículo titulado “La irrealidad del “Estado Dominicano” (13 de diciembre de 2007, p. 16). 

Es esa incultura política de ese mismo pueblo la que permite el clientelismo y el patrimonialismo en que se funda la forma de hacer política en el país desde 1844 hasta hoy. Por eso no puede existir nación ni Estado nacional. Hay que decir que este intelectual orgánico fue gobernador del Banco Central y Ministro de Industria y Comercio y ocupó en sucesivos gobiernos otros altos cargos. O sea, que es alguien que al afirmar la inexistencia de la nación y el Estado dominicanos, no tendría nada que ganar en el mundo de los poderes fácticos, políticos e intelectuales que han hecho de la supuesta existencia de la nación y del Estado dominicanos, un gran negocio.

Es en este contexto y situación que se presenta el dilema tan grande de Danilo Medina, surgido bajo el campo de la castración política de Balaguer, aupado a Secretario de la Presidencia, controlador de los estómagos de los empleados públicos, ya que el Gobierno, en ausencia de un Estado verdadero, es el que “usurpa sus poderes y particulariza la función pública”, según Gómez Pieterz.

Controlador del partido y gran vizir de los fondos de las campañas electorales del PLD, Danilo Medina se tropezó con el Balaguer joven que no pudieron encarnar ni Majluta, ni Peynado, ni Alvarez Bogaert, ni Peña Gómez. Se encontró con el Balaguer joven que hizo lo mismo que Balaguer cuando le prometió apoyo a todos sus vicepresidentes para que les sucedieran en el Poder: Francisco Augusto Lora, Goico Morales, Alvarez Bogaert, Morales Troncoso y Jacinto Peynado. Todos le creyeron y a todos aplastó, como hormiguitas, tan pronto comenzaron a desplegar las alas de la ambición y la ingenuidad.

Eso mismo le sucedió a Danilo Medina cuando fue candidato presidencial en el 2000. En aquel año, el triunfo de Danilo contra Hipólito liquidaba el futuro político de Leonel y un nuevo líder del PLD nacería. El Balaguer joven le soltó la soga hasta ver dónde llegaba. Con o sin promesas o el yo te apoyo ahora y tú me apoyas después, poco importan ante los resultados presentes.

Después de las primarias del PLD en abril de 2007, el dilema tan grande  para el futuro político de Danilo es me voy o me quedo. Y si me quedo, ya que la Constitución limitaba a dos períodos el mandato presidencial del Balaguer joven, ¿tendré oportunidad de ser el candidato en 2012? ¿Y si en las elecciones legislativas y municipales de 2010 el Balaguer joven obtiene mayoría absoluta y con las dos terceras partes del Congreso en su poder modifica la Constitución para eliminar, como quería Chávez, el límite de dos períodos consecutivos y consagrar la reelección indefinida?

Y todavía con un poco de ilusión y optimismo, el gran Danilo piensa, ¿y si el Balaguer joven no lo logra? ¡Ah, entonces le quedaría  la opción Kirschner! ¿Podría yo, reintegrado al partido, competir con el Despacho de la Gran Dama aupada por el Balaguer joven? ¿Podría yo competir con el clientelismo y el patrimonialismo que usarían en mi contra y que yo mismo ayudé a consolidar en las dos campañas en que hemos tenido acceso a los fondos públicos? ¿No es un gran triunfo político instaurar un dinastía faraónica? No importa que sea basado en el despojo de un país sumido en la extrema pobreza y el analfabetismo. Alguien tiene que gobernar. El saber gobernar consiste en saber mantenerse en el poder. Para ese pragmatismo cínico y cruel el país no son los casi 10 millones de seres humanos y los 48 mil y pico de kilómetros cuadrados. Para los que saben mantenerse en el poder, el país son los bancos, el sistema financiero, las altas torres del polígono donde vive la burocracia pública y privada, los grandes vacacionales de la costa y sus lujosas villas y apartamentos en manos de la nomenclatura política y empresarial.

El gran dilema sigue presente y ahora el hombre de Arroyo Cano reflexiona: ¿Y si me voy del partido? Pero se mira en el espejo de aquellos que creyendo tener liderazgo a escala de todo el territorio dominicano, abandonaron su partido: Nicolás Silfa, Ramón Castillo, Miolán, Read Vittini, Lora, Alvarez Bogaert, Majluta, Hatuey, Eduardo Estrella y también escruta el destino de todos aquellos que desde 1962 hasta hoy han fundado pequeños partidos y en cada elección presidencial, como rémoras o lapas pegadas al presupuesto nacional, salen gananciosos, gane o pierda el partido al cual apoyaron, pues en el Gobierno guisan, como dice el poeta Núñez, y en la oposición, también, pues con los dineros del patrimonialismo los comprarán para la próxima contienda.

Es sombrío el panorama del gran Danilo, por eso es un dilema tan grande el que se le presenta en su vida. Creo que él cree que la era de los mártires, los proceratos, el surgimiento de grandes políticos o estadistas en un país donde no hay Estado, ya pasó de moda. Ahora lo que está de moda es la sociedad divertida o light.

El dilema del gran Danilo es si al encontrarse ambos en el camino polvoriento de Pasolini, mata o no Edipo a su padre Layo.

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