El destino humano

El destino humano

DIÓMEDES MERCEDES
Consideremos a la humanidad, a su sociedad y a sus individuos o personas, como un proyecto en proceso de desarrollo de sujetos con cualidades superiores, gracias a los dotes de la inteligencia y la imaginación, pero que evolucionando somos sujetos inacabados. ¿En las condiciones actuales de la civilización, involucionaremos por degradación o romperemos su cerco?

Partamos desde la actualidad en una excursión regresiva hacia el pasado con escala en el tiempo, cada milenio, para encontrarnos con nuestros ancestros. ¿Podrían acaso reconocernos ellos como sus descendientes? ¿Podríamos nosotros identificarnos fácilmente con aquellos, fisiológicamente, social y culturalmente? Seguro que no, y sin embargo son nuestros progenitores primarios, nuestras bases y raíces, nuestros y nuestras heroínas y héroes reales, desconsiderados sucesivamente desde cuando fantaseando comenzamos a sustituirles por los mitos con lo que quisimos consolarnos de los humildes principios de nuestras grandezas.

El viajero excursionista de este viaje imaginario, en cada escala y encuentro confirmaría la creencia de muchos, en que los hombres y mujeres actuales somos un proyecto humano, social, económico y cultural inconcluso, que en otra perspectiva proyectada ahora en los espacios iguales de los mil años hacia delante, nos deja situados muy cerca de nuestros ancestros primitivos, de los que hemos querido zafarnos, con el esfuerzo de imaginación que ha creado los mitos.

Las anteriores consideraciones antropológicas las uso para poder intentar introducir en la política, esencias y parámetros distintos a las actuales estupideces en las que se motivan las luchas por el poder y el uso de éste según como se desperdicia, poniéndonos a padecer.

Muchos deseamos que sea otra la ciencia y el arte de la conducción e interrelación social, con miras a romper su círculo vicioso y estancamiento violentos, para marchar hacia objetivos trascendentes que contribuyan al desarrollo integral de las facultades de los individuos y su sentido de seguridad en el mundo, como agentes del proyecto humano, inconcluso potencialmente ilimitado, estancado entre muros de terror y miedos que se producen porque la inteligencia social no se atreve a tocar tabúes cuya profanación cree le dañaría. Son tabúes que sacralizan el poder y su naturaleza actual. Entre ellos cuenta el afán colectivo por el interés individual especulativo, la búsqueda del éxito cimentado en voraz desmembramiento (forma sofisticada de canibalismo) y también el miedo a ser desmembrado y comido, sumado a todos los miedos que ideológicamente habitan dentro del hombre y la mujer de hoy, a causa de la prolongación de las estructuras del poder del oscurantismo sobre el que se sostiene el poderío reaccionario actual. ¿Cómo los revolucionarios y progresistas democráticos, podríamos ser los políticos necesitados, armados con las herramientas ideológicas gastadas por la larga tradición ultra conservadora y su cultura, sin innovar soluciones que combinen el corto plazo, dando salida a necesidades de hoy con soluciones que en una relación de causa y efecto auguren el cambio, pero no sólo el político y en el poder local, sino cambio político local hacia la independencia ideológica e institucional de la humanidad de todos los tabúes en los que descansa el poder que estorba la evolución y el ascenso del hombre, arriesgando el futuro humano que con los rigores del plan global de dominación de los clanes económicos monárquicos, nos están obligando a involucionar, así sucedería si no creamos la idea con la que todos los necesitados de que la humanidad sobreviva y evolucione actúen por el éxito de esta nueva política.

El secreto de éste está presente dentro las comunidades de las que deseo hablarles próximamente.

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