El detalle que faltaba

El detalle que faltaba

POR COSETTE ALVAREZ
Muchos de ustedes habrán visto, a la entrada de algunos residenciales, unos letreros que dicen: «Area vigilada por policía privada». Eso era lo que nos faltaba. Ya en mi barrio repartieron la publicidad, con su formulario de solicitud anexo. Y resulta que, independientemente de la forma y la fecha en que usted pague, el servicio no empieza hasta que no haya por lo menos trescientas viviendas inscritas en su zona.

Llama la atención el nivel de información que nos piden. Mucho más que en el censo de población y familia. Necesitan saber todo sobre nuestras casas, nuestros hogares, el movimiento de los miembros de nuestras familias. Tienen tanta suerte que, en más de una vecindad, no bien terminan de repartir la publicidad, cuando surge una ola de delincuencia que pone a todo el mundo a pensar en adquirir el servicio y a ocuparse de que se inscriban los trescientos requeridos como mínimo.

Aunque mencionan los barrios donde ya prestan servicios, en ninguna parte dice quiénes son los propietarios de tan peculiar empresa ni presentan aval, ni nada. Cierto que la Policía Nacional, por los siglos de los siglos, ha hecho de todo, excepto lograr que los ciudadanos nos sintamos protegidos. Pero, como empresa privada, la verdad, me resulta chocante.

Es de lo poco que nos falta por pagar de manera privada, aunque también lo paguemos al Estado. Empezamos con el agua, la luz y la basura, pasamos por la salud y la educación, y estamos llegando también a pagar doble factura por la (in)seguridad urbana. Somos ricos. Contamos con policías de tránsito y agentes de AMET, que no funcionan bien ninguno de los dos. Tenemos Policía Turística, Policía Municipal, ¿qué más? ¡Policía privada!

No sé si fue casualidad, pero el mismo día que repartieron los volantes, había otros de una empresa que vende alarmas para viviendas. El negocio es redondo, porque además no hay manera de supervisar el servicio, de evaluarlo. También ofrecen guardaespaldas, en fin, protección, seguridad, al por mayor y al detalle. Eso sí, bien cara.  

Me gustaría saber cómo manejan la vigilancia si mis vecinos se inscriben y yo no. También quiero saber si harán lo mismo que las empresas privadas de recolección de basura: recogen la basura (muy selectivamente) y esperan el camión del Ayuntamiento para trasegarla. Entonces, el sistema de la policía privada podría circunscribirse a llamar a la Policía Nacional, partiendo de que a ellos les atenderán las llamadas, privilegio con el que no contamos los ciudadanos comunes.

Entonces, si yo no me inscribo, los ladrones podrán robar en mi casa, pero no en la de al lado, que no solamente se inscribió sino que ha tratado de reclutar unos cuantos a ver si su suscripción le sale gratis, como pretende que el agua, la luz y el cable le salgan gratis a costas de su vecina e inquilina (yo). Entonces, si mi vecino se inscribe y yo no, no tendré derecho a quejarme cuando se siente a beber en la acera sin camisa con una bachata a todo dar, porque él paga policía privada (o se la ganó de comisión por reclutar vecinos) y yo no. ¿Cómo va a ser eso?

La verdad es que para ser pobres, somos muy raros. Si la educación pública no sirve, nos vamos a los colegios privados aunque tengamos que coger un préstamo cada año para pagarlo y meternos en una tensión diaria para llevar y traer a nuestros hijos. Si los hospitales no nos dan servicio, pagamos medicina privada, muchas veces teniendo que hipotecar nuestra casa y la ajena para que no nos dejen como rehenes.

Para disponer de agua, no basta con pagar las facturas. Hay que tener cisterna, bomba (que consume luz), tinaco, y tanques o cubetas por toda la casa. Encima, hay que comprar los malditos botellones de agua para beber o gastar medio tanque de gas hirviéndola para terminar bebiéndola desoxigenada.

Para tener luz, no basta con pagar las injustificables facturas. Hay que envenenarse de plomo con las baterías de un inversor y tener una planta de gasolina o gasoil para cargarlas. Por las dudas, hay que estar provistos de lámparas de gas y velas. Porque, a todo esto, usted tiene un inversor en garantía y llama a pedir servicio, lo anotan en una lista y no van jamás a revisarlo. Pero, el contratista que se lo instaló le dejó su número de celular, y ahí cae usted, lo llama, pagándole aparte.

El camión de la basura no pasa, aunque la factura no falla. ¿Qué hacemos? Pagamos basura privada. Y ahora, el detalle que faltaba: la Policía Nacional no nos da seguridad y la pagamos aparte a una empresa privada. Es una conducta constante. Cuando escasean los productos, se nos llena la boca diciendo que los conseguimos a sobre precio. Miren el más reciente ejemplo, con la escasez del gas, cómo los ciudadanos pagaron para asegurarse turnos en la llenadera de los tanques, sin contar los que aguantaron empujones y otras vejaciones.

No vi a un solo rico en eso. Sólo pobres, haciendo alarde de su falta de conciencia, de la ausencia de solidaridad, de la muerte del espíritu de lucha. Ese ha sido el gran logro del sistema: fomentar la «echadera de vainas», aniquilar los principios, alimentar el falso progreso, exigir sumisión en vez de lealtad, en fin…

Me gustaría mucho conocer la posición de la Policía Nacional con respecto a la policía privada, así como la opinión de algún experto en libre empresa. De organismos paralelos, estamos hartos y sobrados. De pagar dos y tres veces por el mismo servicio, estamos abrumados. Y el Chapulín Colorado, de vacaciones.

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