El día de ayer debió ser festivo

El día de ayer debió ser festivo

….Pero no. ¿Cómo celebrarlo si el país ocupa primeros lugares en del barómetro internacional de la corrupción? ¿Cómo, cuando la sociedad se siente impotente, huérfana de valores morales que le guíen y escucha estupefacta a más de un legislador defender el barrilito y blasonar el clientelismo y el patrimonialismo como ideal político del gobierno y del partido en el poder? ¿Cómo, cuando se somete un proyecto de ley inconstitucional que pretende privarle al ciudadano el derecho de someter y querellarse contra funcionarios corruptos?

Aristóteles (384-322, a C) estimaba que si el bien es digno de ser amado, aunque se trate de un solo ser, no obstante más bello, más divino es cuando se aplica a toda una nación, cuando se aplica a Estados enteros”. Con esta sencilla observación, introduce el tema trascendental de la Ética como supremo bien, pues “solo el que obra bien logra la gloria y la felicidad.” El hombre común al obrar, éticamente, no persigue, como diría Machado, otra gloria que estar en paz consigo mismo y, quizás, lograr el aprecio y reconocimiento de sus congéneres. Algo así declaró el Presidente Medina. Entonces ¿Por qué se hace tan difícil adoptar la ética como norma de vida? ¿Por qué se torna casi en un imposible cuando se trata de ajustar el poder político, económico o social para gobernar mejor? ¿Será porque ser moralmente ético no es obra del azar, ni de la acumulación de bienes materiales, o desempeño de posiciones señeras, sino que implica renunciación de glorias, placeres y riquezas vanas, y exige, en cambio, esfuerzo, sacrificios, privaciones y, sobretodo, una firme voluntad de ser.

En “Conversaciones Conmigo Mismo”, una serie de testimonios escritos desde la soledad de la prisión donde fue encerrado, vejado y torturado por 27 años Nelson Mandela, al indicar los parámetros con los que valoramos la evolución de la persona de éxito, sin restarle importancia a los llamados “factores externos”: posición social, influencia, popularidad, riqueza, formación, nos señala que “son más cruciales los “factores internos”: la honradez, la sencillez, la humildad, la generosidad, la falta de vanidad y la disposición de ayudar al prójimo al evaluar su desarrollo como seres humanos.” Es decir, los valores éticos, siendo Mandela un icono, un paradigma.

La grandiosidad de la vida de Gabriel García Márquez, de origen y naturaleza humilde no viene de haber alcanzado el Premio Nobel de Literatura. Se resume en su extraordinaria condición humana en todos escenarios que le tocó vivir, en aquellos intangibles “factores internos” que aforaban y le permitieron volar entre mariposas y flores amarillas en el mundo mágico de su prodigiosa imaginación, atenta a la realidad de pueblos olvidados.

En nuestro terruño también sediento de ejemplos de dignidad apostólica, revive por siempre, con su muerte, la vida y la obra sublime del Dr. José Silié Gatón, “el padre de la ética”, a quien la Academia de Ciencias tributara homenaje de gratitud junto al ilustre jurista Dr. Manuel Bergés Chupani , ambas figuras emblemáticas del buen vivir, dedicándoles la conferencia “La Bioética en la Sociedad Moderna” que ofrecerá el Dr. Bernardo Defilló en sus salones el 1ro. de mayo.

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