El día del amor y la amistad

El día del amor y la amistad

Hoy es un día especial, dedicado a esos dos sentimientos tan gratificantes que nos hacen sentirnos en verdad muy felices, esa agradable sensación que hace imaginarnos que el mundo no tiene dimensiones, cuando nuestro  cerebro viaja ligero de equipaje. Hoy y con la venia de ustedes, permítanme compartir estos sentimientos ante los que todos de una otra forma nos hemos rendido, es el frondoso árbol  ante el que se rinde el caminante, “eso” que nos provoca  que nos creamos ser marineros, y que aún en tierra recorremos en ese bergantín sin velas, esos mil puertos y paisajes, pero que todavía no tienen ni el amor ni la amistad,  dimensión cerebral precisa.

Conocemos las profundas áreas hipocampo/caudales del cerebro de la empatía, esa sensación de comprensión hacia los demás, primer paso a la amistad, sabemos las áreas de la “gratificación” ricas en Dopamina en el cerebro, pero a ciencia cierta desconocemos dónde radican las áreas del amor; pues todo lo del amor es muy complejo.

Herida mortal, que te hace entrar donde no cabes, responsable de hechos de locura, nos hace soñar y suspirar, nos da días enteros de dichas y de glorias cuando nos recorre la piel de sur a norte. Sigue siendo un misterio ese andar y desandar del alma humana flechada por el arquero que llamamos Cupido. 

Quise encontrar las “áreas del amor” y como neurólogo, investigué actualizadas referencias  científicas y no las pude encontrar, nadie se ha atrevido a precisarlas. Tuve de nuevo entre mis manos una preciosa herencia de mi madre, un libro de poesías organizado por ella en su juventud, con letras en redondilla y con pluma estilográfica,  buscando explicación a esos centros del amor y la amistad, me sensibilicé, y me vi obligado para entender esos sentimientos,  a cambiar de científico a poeta, mejor a “aspirante a poeta”, tal vez este poema de mi autoría, nos ayude a comprender mejor –el amor- sublimidad que celebramos, por eso permítanme compartir con ustedes “El éxtasis”. 

He pasado la noche rememorando tus encantos/ los he tenido entre mis manos/ entre mis labios/ tú en mi cala anatómica/ y al sentir la febea luz del amanecer, me he atrevido con el ánimo encrespado y cual paladín de irredentos ideales,  plasmar con mi pluma lo que mi espíritu aspira/ pero que mi corazón no dejar ir lejos. Es que lo tú produces en mis adentros/ es una realización que me conmina a hablar de una encantadora mezcla de disparatadas ficciones, de fantasías y ensoñaciones neblinosas/ que más trascendentes que el frívolo placer de antaño, me llevan a la bienandanza con los astros aún sin estar muerto/ y a la sencilla razón de los mágicos candores de un indefenso vástago con las ternuras del inicial regazo/. La inapelable sentencia admonitoria se presenta/ es imposible expresar en versos lo que tú haces al adrizarme/ tu trato, tus encantos, tu boca, tus aromas/ no se puede resumir en palabras el embrujo mítico que en mí produces/ tal vez, la euritmia de una frase pueda! Gracias Amor Mío!/ para después quedar con mi llegada desde el cielo/ en un silencio cenobita por haber conocido a plenitud la palabra que inicia este poema/ ¡el éxtasis! Tengan todos muy feliz día de la amistad y del amor.  

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