El 30 de junio es el Día del Maestro, del pedagogo, del profesor, son sinónimos de sustitución frecuente para hacerle mención al verdadero actor del ejercicio educativo. En conmemoración del natalicio de Don Juan Bosch, líder político, pero también apolítico, pues el término político lleva por antonomasia implícito el ser rival y este hombre constituyó el paradigma de amistad ingente en la historia dominicana al compartir el Premio Nacional de Literatura con su homólogo el mandatario Joaquín Balaguer, no había otra opción ante ese paralelismo de talentos inconmensurables.

El maestro es el que enseña incondicionalmente, es el profesional de abnegación, como debe ser el médico, sin esperar nada a cambio porque lo más importante es el dar que el recibir. El maestro les da el pan de la enseñanza a sus discípulos, pero no lo comen, ellos lo disfrutan; este es el simbolismo del placer de poder estudiar, confiando en el futuro, en la lontananza de lo vago y lóbrego que son las cualidades de la ignorancia.

Enseñar es asunto de vocación noble, estar en compañía con otras personas puede resultar fácil, más la función del maestro excede la acción de acompañar (los compañeros se acompañan). Los maestros representan la máxima autoridad sobre el alumno, en él recae la mayor responsabilidad de contexto para salvaguardar su vida, por tanto tiene una misión alentadora.

El conocimiento es el fruto más sutil que proviene de lo inefable y al ser adquirido por el ser humano, éste se entusiasma por vivir en su universo, que pude ver enriquecerse y ensancharse más; el conocimiento se tiene que compartir porque “se puede quedar como robado” (según Martín Lutero) si no lo compartimos. Ser maestro no significa estar en competencia con alguien, con este trabajo no se busca ganarle a nadie, los únicos competidores son los alumnos, el maestro es el facilitador, el que media en el grupo sin favoritismo porque está en duda quién es el mejor.

En este Día del Maestro, felicidades a todos sin distingo de colores políticos; es un día para estrechar lazos de amistad, para que así pueda nacer la alegría, pues es en estado de ánimo jovial que se debe enseñar.