El día en que la corrupción fracasó

El día en que la corrupción fracasó

Rafael Acevedo Pérez

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Los pecados no siempre son desagradables, y en ocasiones hasta resuelven problemas. Pocos estudiosos le han puesto interés al papel de la corrupción como un mecanismo de supervivencia, estabilización y redistribución de riquezas en cualquier sistema político y social.

Los teóricos socialistas alguna vez se sonrieron ante la candidez de la sociología burguesa norteamericana. Robert Merton, ajeno a esas ironías, explicó magistralmente las funciones de las fallas de los sistemas sociopolíticos, o sea, “lo funcional de lo que no funciona…”. Como quien dice: “…por los desperfectos de mis vehículos, he tenido magníficos mecánicos amigos”. O como dice la gente, no hay mal que por bien no venga.

La corrupción, aunque griten los partidos políticos cuando están en la oposición, como también ciudadanos comunes, comunicadores y defensores del pueblo; cuando es analizada desde el modelo teórico del “funcionalismo de Merton”, permite entender (nunca justificar) que esas “fallas” del sistema son precisamente parte de los mecanismos de estabilización y operatividad de dicho sistema, o sea, que lo posibilitan y viabilizan.

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La corrupción viene a ser un subsistema del sistema mayor; el cual tiende a auto reproducirse. Y en ese sentido, también amenaza y compite con otros subsistemas, como instituciones públicas, la Justicia y otros que son parte del sistema social.

Y aquí entra la dialéctica marxista para explicar el Conflicto Social. Conflicto que suele ser silente o abierto, pero a su vez tiende a estallar y a destruir o transformar el sistema mayor.

Es en gran medida por lo que hasta Wall Street usa sus poderes cuando las mafias amenazan su “juego de manos limpias”. El cual, similarmente a otros juegos o patrones formales de la sociedad, juegan a la transparencia, a los valores y a las normas jurídicas; como también suelen hacerlo “las gentes decentes” de cualquier sociedad.

Ocurre, sin embargo, que en cualquier parte del sistema social, y hasta en “las mejores familias de Gascue, se cuecen habas”.

Hay casos como el de la Lotería Nacional, en que las bancas ilegales luchan por no pagar impuestos; y para ello nunca se pierden la posibilidad de apoyar a los candidatos a cargos públicos, lo cual no es sociológicamente menos civilizado que las guerras mundiales que apoyan grandes empresas armamentistas, y muchas empresas y organizaciones tradicionales, transparentes y limpias que son parte del sistema.

Un caso digno de los estudiosos, es nuestra circulación vial. Problema con demasiados componentes. Décadas atrás dediqué un libro sobre sociología de la circulación vial, con interés de aportar a su solución.

Muchos de nuestros países tienen serias y graves dificultades para resolver o incluso sobrevivir a los congestionamientos y los problemas de vialidad. Nuestro país, por ejemplo, ya tiene casi todas las vías urbanas públicas principales excesivamente congestionadas. Parecería que hay demasiados vagos conduciendo a cualquier hora del día. Pero aparte de las deficiencias, los prejuicios y otros componentes clasistas sobre el uso de los transportes públicos, es un problema aparentemente insoluble la cantidad de vehículos en circulación. (Continua SDQ: Si Dios quiere).

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