El día en que una información dejó de ser realidad

El día en que una información dejó de ser realidad

Cual laberinto, los caminos son muchos. La mayoría resultarán desacertados, difíciles y escabrosos. Sólo uno será el certero. Pero, ¿cómo saberlo? A golpe de paciencia. Quien desespera, al final, yerra.

Eso nos sucedió ayer con la supuesta destitución de los jefes de la Policía Nacional y la Dirección Nacional de Control de Drogas: la información fue servida por “fuentes confiables” y, tras darla por cierta, el presidente Danilo Medina afirmó que no, que él no había quitado a nadie. El desmentido, evidentemente, no se hizo esperar.

Si bien es cierto que la prensa (o una parte de ella) pecó al dar por sentada la información antes de ver el decreto, lo interesante de este caso  son todas las hipótesis que se pueden tejer en torno a él.

Para comenzar, podemos suponer que el decreto existía y que alguien lo filtró para evitar que el Presidente hiciera esos cambios. Otra opción es que no haya sido más que un rumor echado a correr para ver cómo reaccionaba la gente al saber acerca de las “nuevas” designaciones.

Puede, por otro lado, que la idea no haya sido otra que evitar que sigamos hablando de la Barrick Gold, del alegado fraude en los contratos de Bahía de las Aguílas, del socavón de Los Prados, de la inseguridad y  del tremendo caso de “Lucecita” y la obligada revisión del artículo 37 de la Constitución… en fin, ese cúmulo de cosas que agitan a la sociedad.

Es evidente que nunca sabremos si lo que se filtró era cierto o si la intención fue sana. Lo único real es que los periodistas nos hemos visto obligados a recordar que nunca podemos dar por sentado algo no confirmado. Hacerlo es como  pecar.  

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