Hace medio siglo, un grupo de expertos creyó que el desarrollo de técnicas como el bombardeo de las nubes con yoduro de plata para provocar lluvias en las regiones secas, la irrigación moderada para impulsar la producción agrícola en esas regiones y la cría selectiva para dar nacimiento a un ganado menos dependiente del agua podría hacer reverdecer los desiertos del planeta y reducir la pobreza en las regiones más secas del mundo.
Con el tiempo y la práctica demostraron que estas técnicas no fueron capaces de detener la desertificación, que es el proceso de degradación que sufren las tierras áridas, semiáridas y zonas subhúmedas secas, a través del cual pierden su capacidad productiva, y que se necesitan otros tipos de acciones para frenar esta situación.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Cultura y la Ciencia (UNESCO), las regiones secas del mundo se convertirán todavía en más secas, ya que la disponibilidad de agua corriente, el recurso más precioso de las tierras secas, está alcanzando niveles críticos en materia de calidad, incluso en regiones templadas.
República Dominicana no está exenta de los problemas asociados a la desertificación y la sequía. Según ha explicado la Secretaría de Medio Ambiente, el 70% del territorio dominicano está compuesto por zonas áridas, semi-áridas y húmedas. En este territorio vive el 59% de la población (más de cinco millones de personas).
Para la gran mayoría de las personas que habitan esas zonas la vida es dura e implacable y el futuro se les torna cada vez más incierto, viviendo, por tanto, al margen del desarrollo sostenible, dijo el secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Max Puig, durante el acto de celebración del Día Mundial del Ambiente 2006, el pasado 5 de junio.
Un tercio de la superficie de la tierra, más de 4,000 millones de hectáreas, están amenazadas por la desertificación, lo que afecta directamente a más de 250 millones de personas y amenaza las vidas de otros 1,200 millones en 110 países que figuran entre los más pobres del mundo y cuya población depende de la tierra para la mayoría de sus necesidades.
Debido a estas alarmantes cifras la Organización de las Naciones Unidas (ONU) elaboró la Convención Internacional de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, de la cual República Dominicana es signataria desde 1997. La ONU también declaró el 2006 como Año Internacional de los Desiertos y la Desertificación.
La celebración
Cada 17 de junio se celebra el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía. Este año se eligió a Argel como ciudad anfitriona de las celebraciones, cuyo lema es No abandones a los desiertos y su tema Desiertos y desertificación.
El objetivo de la celebración de este año fue poner de relieve que la desertificación es un problema global y reforzar la visibilidad e importancia de las tierras áridas en la agenda medioambiente a nivel mundial.
En esta ocasión se concedió especial importancia a los desiertos del mundo y a sus magníficos ecosistemas, que han albergado algunas de las civilizaciones más antiguas, que han surgido en medio de la frágil belleza de estas zonas.
En el país, la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Recursos Naturales realizará mañana lunes 19 un encuentro en el Salón Verde del Palacio Nacional, donde se analizará y buscará soluciones a la situación de las zonas áridas del país.
En esta actividad estará presente el secretario de Medio Ambiente, Max Puig; Ernesto Reyna, subsecretario de Suelos y Agua y Punto Focal de la Comisión de Lucha contra la Desertificación en el país; el vicepresidente de la República, Rafael Alburquerque, y el representante de las Naciones Unidas en el país, Niki Fabiancic.
El paÍs y la desertificación
En el país funciona el Grupo Técnico Interinstitucional (GTI), del cual forma parte la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, junto a otras secretarías, organismos de cooperación internacionales y ONG´s.
El GTI funciona como coordinador y articulador de las políticas contra la desertificación y la sequía en el país y sus acciones están dirigidas a mitigar y superar las causas que las provocan a través de la concienciación en el uso y manejo de los recursos hídricos y del suelo, el intercambio de información y la canalización de apoyo técnico y financiero.