El día que amanecimos  sin Petrocaribe

El día que amanecimos  sin Petrocaribe

Si Chávez deja el poder, ya sea porque pierda las elecciones de octubre en Venezuela, o porque pierda su lucha contra el cáncer, ¿sobrevivirá Petrocaribe, el acuerdo bajo el cual ese país financia a muy largo plazo y a muy bajas tasas de interés el petróleo que suministra a Centroamérica y el Caribe?

Si la oposición vence en la próxima contienda electoral, dudamos que sobreviva, ya que ese programa de ayuda internacional es muy mal visto por una población que sufre apagones y que ha tenido que hacer filas para lograr combustible, además de que el nivel de inflación es probablemente el más alto de América Latina. Por otro lado si los militares toman el poder y mantienen los ideales de la “revolución bolivariana”, entonces puede que se mantenga.

El año pasado logramos préstamos de Petrocaribe a veinte años, al 2% de interés, por US$592 millones. A septiembre del año pasado (hoy es la fecha en que el Banco Central no ha publicado los resultados a diciembre), el déficit de nuestra balanza de pagos ascendió a US$564 millones y si lo proyectamos a diciembre del 2011 excedería los US$750 millones, por lo que, sin Petrocaribe, el déficit hubiera subido a US$1,342 millones. El actual nivel de reservas netas del Banco Central asciende a $3,700 millones, por lo que, sin Petrocaribe, esas reservas neta se hubieran reducido a $3,108 millones.

Esos US$592 millones en préstamos se convirtieron en $22,496 millones de pesos que entraron el año pasado a Hacienda  y fueron gastados por el gobierno a su antojo. Esa cifra equivale a un 7% de lo que está presupuestado para el 2012 como ingresos tributarios. Esa pérdida, consecuentemente, tendría el equivalente de una reducción de los ingresos tributarios en un 7%, igual a 26 días sin recaudar impuestos.

Por otro lado, el monto que a diciembre del año pasado debíamos a Venezuela equivale ya a un 21% del total de nuestra deuda externa, convirtiéndose Venezuela, junto con los tenedores de nuestros bonos soberanos, en el principal acreedor externo del país. Lo que le debemos, en conjunto, al Fondo Monetario Internacional (FMI), al Banco Mundial, al gobierno americano, a la banca comercial privada, al Banco Europeo de Inversiones y a la Corporación Andina de Fomento suma menos que lo que le debemos tan sólo a Venezuela, deuda que el año pasado creció un 32%.

Como Venezuela deja que el gobierno dominicano haga lo que quiere con el financiamiento, a diferencia del BID, el Banco Mundial, los norteamericanos y los europeos, éste se ha prestado a corrupción, como también ha ocurrido en Haití y Nicaragua. El acuerdo de hace dos días de comprar artículos y construir obras para Haití, en vez de repagar directamente a Venezuela, también se presta para corrupción. La desaparición de Petrocaribe provocaría un remeneón político en toda la región, sobre todo en Cuba, Nicaragua, Jamaica y nuestro país. Para Cuba equivaldría a un período de penurias como el que sufrió al desplomarse la ayuda de la antigua Unión Soviética, (“el período especial”). Veamos algunos antecedentes: antes de Petrocaribe existió el Acuerdo de San José bajo el cual México y Venezuela financiaron el petróleo en partes iguales a nuestra región. Resultó de una presión norteamericana, dentro de la guerra fría, para tratar de reducir los avances de la izquierda en la lucha fratricida centroamericana. Varios países de Centroamérica se negaron a repagarle a México y éste se salió del pacto. ¿Una futura Venezuela condonaría las deudas o simplemente las renegociaría?

Estados Unidos, si quisiera, podría llenar el vacío ya que muy pronto tendrá capacidad para exportarnos gas natural desde el Golfo. En los años cincuenta, por presión del “lobby” agrícola, Washington pasó una ley (PL-480) que permitió exportar excedentes agrícolas en términos tan blandos como los de Petrocaribe.

Sería una jugada geopolítica inteligente, en momentos en que, lamentablemente, rechazan revaluar la estrategia regional de la lucha contra las drogas.

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