El diccionario Panhispánico de dudas (2 de 2)

El diccionario Panhispánico de dudas (2 de 2)

DIÓGENES CÉSPEDES
Por supuesto, que a lo largo del texto introductorio de los redactores, se echa de ver una ausencia de teoría del discurso. Y a esa teoría del discurso ausente la sustituye la interminable taxonomía de la lengua de la escuela, de los ensayos, de los libros científicos y técnicos, la lengua de hablar en público, y por qué no, la lengua de los animales, insectos, peces, objetos, sentimientos y pasiones. O, como se enumera hasta el cansancio, la oposición entre lengua oral y lengua escrita, la cual producirá otras oposiciones: por ejemplo, entre lengua literaria y lengua o habla corriente. Estas oposiciones no impiden a los redactores caer en definiciones pleonásticas: «lengua o habla culta (la propia de los hablantes cultos», p. XVI) O esta otra: «lengua o habla rural (la característica de los hablantes de las áreas rurales», p. XVI). Adoptar estos contrastes implica, por fuerza, oponer el lenguaje a la vida.

Y a partir de aquí, la ideología de «la doble ausencia de la cosa y del significante se refuerza en y por la oposición del lenguaje y la vida, según la cual el lenguaje o la lengua son incapaces de comunicar la vida. Al pan real, inefable, Feuerbach oponía el vocablo pan. (…) O las idioteces acerca de la palabra caballo, que no producirá jamás los detalles de determinado caballo.» (Meschonnic, p. 10).

El escritor es, pues, en esta teoría implícita del anarquismo libertario de Chomsky, un super sujeto. El hombre y la mujer común están fuera de juego: «Y hay, en fin, formas de expresión claramente desprestigiadas por considerarse propias del habla de personas de escasa instrucción. Pero los redactores excluyen a los escritores hispanohablantes y se excluyen a sí mismos de ese desprestigio al usar masivamente el fósil lingüístico «ello», propio de «las masas incultas» de los campos dominicanos e hispanoamericanos.

Todos los cuidados de la redactores no impidieron que en la página XX, donde se habla del tratamiento de los topónimos, se incurriera en un error común que se arrastra desde los orígenes del español. Es el siguiente: Al poseedor a los poseedores (en singular o plural) no siempre corresponde lo poseído en plural. ¿Cómo decidir cuando lo poseído va en singular o plural? La lógica semántica y el contexto cultural lo deciden.

Examinemos el ejemplo de marras de la página XX, penúltimo párrafo: «A ellos se han añadido, en un apéndice, los nombres de todos los países reconocidos por la ONU, con sus capitales y gentilicios».

Apliquemos la lógica semántica y el análisis del contexto cultural. «Todos los países reconocidos por la ONU», en su conjunto o por separado, no tienen más que una capital. Lo de capital administrativa es un sofisma. Lo lógico es decir, su capital o su respectiva capital. Lo del gentilicio es discutible, pues es posible que un país tenga más de uno. Y no debe ahogarse el significante-gentilicio, aunque la política del Contrato social y el Soberano borran la minoría para poder hablar en nombre de la mayoría, como es de rigor en la democracia representativa.

Las obras de los escritores hispanohablantes están plagadas de estos usos antilógicos y antisemánticos. Hace casi 200 años encuentro tales usos en las proclamas del Libertador y el libelo de José Domingo Díaz que las cita, titulado «recuerdos de la rebelión de caracas», iniciada esta última en 1810. «El 30 de junio todos se hallaban en sus casas». (105) Esos «todos» tenían cada uno una sola casa. «Son Simón Bolívar y don José Félix Ribas permanecieron en Curazao hasta el mes de octubre, en que violando sus palabras y violando sus juramentos…» (109). Los dos patriotas solamente hicieron un juramento. Al igual que los Trinitarios en 1838; cada uno hizo, por separado, Biblia en mano, un juramento. Ahora, si usted desea pluralizar el juramento, debe decir: Los juramentos hechos por los Trinitarios en 1838.

En mi discurso de ingreso a la Academia de la Lengua doy muchos ejemplos tomados del mexicano Don Salimoy (un posible seudónimo) sobre este tema. Ver el texto en el Boletín 17 de la Academia. Ejemplos muy usados por los maestros: Niños, abran sus libros en la página 10. Cada alumno sólo tiene un libro en las manos. Ocupen sus asientos, por favor. Frase muy socorrida en actos culturales o políticos. Cada asistente solo puede ocupar un asiento. O esta otra: Abramos nuestros corazones al amor. Cada fiel, si está en la iglesia, solo tiene un corazón. Ni puede abrir dos corazones, ni dos pechos, ni dos cerebros. O esta obra muy escuchada en boca de los programeros de televisión: Gracias por permitirnos entrar hasta sus hogares. Cada televidente solamente tiene un hogar. Y aunque alguien tenga una villa en La Romana y otra residencia en la capital, no puede estar al mismo tiempo en las dos. Finalmente, este ejemplo es antológico: Los médicos entraron al salón acompañados de su esposas. ¡Ni que fueran bígamos o musulmanes! Se dice, de su esposa, o de su respectiva esposa. Por lógica, por semántica y por contexto cultural.

Un último esfuerzo, lectores, y habremos terminado.

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