El dilema de los peledeístas por su gigantismo

El dilema de los peledeístas por su gigantismo

La primera participación electoral del Partido de la Liberación Dominicana en el matadero electoral les dejó un mal sabor a la escasa membresía de ese partido de cuadros al estilo marxista. Este partido se convirtió en un grupo de elite que evitaba contagiarse con los demás dominicanos a los cuales rehuía para no contaminarse.
Aquellos eran los años felices de los 70 y de los sueños de derribar imperios y arrasar con lo sociedad corrupta dominicana. Rechazaban participar en elecciones y se formaban bajo la férrea conducción de su ideólogo y creador, el inolvidable profesor Juan Bosch.
Los cuadros del PLD, en sus primeros 20 años, no superaban los 20 mil inscritos que rabiosamente defendían su honestidad y nueva forma de ver la vida más austera y honesta. Ellos eran los elegidos para salvar al país de una colectividad contaminada por los vicios capitalistas empeñada en tan solo buscar ventajas. Se agrupaban en las esquinas de las avenidas ofreciendo su periódico o boletos de rifas.
La gente los adquiría ya que la percepción eran de una honestidad extraña para el medio local y les llovían las demandas de lo que ofertaban.
Su participación en las elecciones de 1990, con un PRD dividido, fue impactante. Todavía ellos creen que ganaron y que le fueron arrebatadas por la mañosería y habilidades de los reformistas de Joaquín Balaguer. Hasta los historiadores de avanzada lo hacen constar en sus libros tendenciados en que la verdad la maquillan en torno a una militancia palpitante e ingenua que solo oye sus verdades o las que quieren oír o leer. Es que existe el empeño en escribir y re escribir la historia al gusto de un izquierdismo trasnochado.
Las elecciones de 1996 marcaron la consolidación del nuevo partido mayoritario. Este sería de masas en un futuro cercano a esa fecha. Y el PLD, gracias al apoyo de Joaquín Balaguer, disfrutó del poder con un novel político que cautivó por su verbo. La esencia de sus conocimientos y facilidad de comunicarse fueron muy atrayentes para el gran público buscando un nuevo liderazgo para reemplazar a los líderes tradicionales en franco deterioro de su salud y al borde de la tumba.
El PLD es el partido dominante en la primera parte del siglo XXI. Sus doce años en el poder, y ahora con los cuatro más que se le añaden a partir del próximo 16 de agosto, lo convierten en una fuerza insuperable ya con todos los vicios y malas mañas de los partidos tradicionales. Los peledeístas se contagiaron del medio ambiente y como no eran extraterrestres ya tienen todo el uso y costumbre de cualquier político dominicano.
Lo que se creía iba a ser una maquinaria para organizar el país, encauzándolo hacia la modernidad de la vida política y económica del mundo, no logró sumergirse por completo en ese sendero de la seriedad. Se creía que se trataba de establecer un estilo de izquierdismo novedoso con una justicia y economía equitativa para todos sin los privilegios y malversaciones tradicionales de los políticos.
Los empeños y planes peledeístas fueron superados por la realidad de las debilidades humanas. Los escándalos lamentablemente han estado a la orden del día de lo que uno creyó era distinto a lo acostumbrado en el ejercicio de la política. Fue una forma muy hábil, y sin apretársele el pecho a los estrategas del partido oficialista para establecer una línea de conducción hacia el aprovechamiento de los recursos. Y eso se confirma por el elevado déficit presupuestario acumulado para este año y después de las celebración de las elecciones generales que tantas conciencias y adhesiones fueron compradas en un mercado abierto para recibir ofertas.
El torrente del déficit presupuestario es voluminoso por el impacto de cada una de las elecciones celebradas en los años del 2008, 2010, 2012 y 2016. El poder discrecional de los peledeístas para utilizar los recursos oficiales no se detienen ante ninguna barrera moral. Aquellos valores que el profesor Bosch les inculcaba se diluyeron y desaparecieron llevados por los vientos de las ambiciones. Están embriagados por la arrogancia y prepotencia que les inspira el poder sin una oposición madura, responsable y hasta creíble. Ahora tienen un poderoso partido conmovido internamente por las ambiciones de sus miembros de que se les dé la oportunidad de abrevar golosamente en las fuentes del poder, ya que otros grupos, solo han recibido sarrumas y están en fila para recibir su ración del boa.

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