El dilema del cómputo

El dilema del cómputo

JULIO BREA FRANCO
jebfa@gmail.com 
Hasta que no concluyen las elecciones nunca se sabe qué situación conflictiva puede generarse. De ahí la necesidad de prudencia que ha de primar en la JCE, en sus miembros y, en particular, en su Presidente como vocero principal.  

A la Junta no le corresponde únicamente organizar ni juzgar las elecciones. También hay arbitraje. Lo que se trata es que se realicen de tal manera que el resultado goce de aceptación y legitimidad.

No se contribuye al arbitraje acudiendo a programas populares para polemizar con dirigentes de partidos; afirmando que el que impugna se descalifica; defendiendo decisiones con rigidez extrema.

La JCE no es un organismo yuxtapuesto a los partidos. La  “forma mentis” del abogado litigante no es la de una instancia “Super-partes”.

La JCE no está para decir que en el primer boletín se podrá saber quién es el ganador ni menos que en él está sembrada la tendencia. Es políticamente incorrecto, indelicado y peligroso.

Nadie gana en el primer boletín. Por razones de simple matemática. Para disponer de la certeza de un ganador, debe esperarse el punto de irreversibilidad cuando lo que resta por procesar es menor que la diferencia entre la primera y la segunda mayoría. Y aun así no puede hablarse oficialmente de un ganador.

El ejemplo lo brinda el cómputo del 2004. La irreversibilidad llegó en el boletín 8 cuando se había  computado el 79% del total de mesas. En el primer boletín con 353 mesas electorales  difundido a las 10:23 de la noche, la alianza PLD obtuvo el 51% y la del PRD un 39%. Nadie se atrevió a decir que había un ganador.

El No. 8 fue producido a las 12:45 del mediodía del 17 de mayo. La diferencia era de un 22% (56.29% contra un 34.31); lo restante por computar ascendía a un 21%. Aun sumándole este porcentaje a la segunda mayoría no le ganaba a la primera. El resultado en ese momento era irreversible.

Lo de los escáneres es una tormenta en un vaso de agua. Las argumentaciones son muy débiles. Pero el punto es que unos quieren los resultados demasiado rápidos y los otros no. Es un asunto político. Por más que se razone.

La JCE busca acelerar el cómputo y por eso planeó un mecanismo para que en 742 recintos electorales se transmitan facsimilares de las actas susceptibles de ser procesadas por computadora. La información, entonces, sería difundida a los partidos principales, a la JCE y a las Juntas Municipales. Pero con ello no se busca obviar que las Juntas no hagan su trabajo.

Más rápido o más temprano tiene que hacerse el cómputo con base a las actas de mesas del país.

Es un desacuerdo menor al que hay que buscarle la vuelta antes del día 16. Y es posible. Ahora bien: esperemos que la objeción a los escáneres no busque taponar las Juntas.  Eso es lo que hay que tener bien claro para  tomar con antelación las medidas pertinentes.

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