Muchos reclaman abrir una comunicación terrestre Cibao-Sur más directa y mejor construida que las modestas formas que de viejo han existido. Personalidades de una y otra región se situaron a la vanguardia del reclamo que el Gobierno acoge con mucha decisión. Sin embargo, núcleos importantes de ambientalistas y de gente preocupada por el costo final de la obra llaman a un comportamiento cauteloso y recomiendan anteponer el interés nacional por sobre algún otro afán.
No deben exagerarse los potenciales beneficios de una súper carretera interregional y evitar pagar por ella un precio demasiado alto en lo ecológico y en lo presupuestal.
Hechos y teorías indican que existiría más de una forma de acercar con funcionalidad lo meridional y lo septentrional del territorio nacional.
El impacto de operaciones de ingeniería sobre bosques y lomas puede ser mayor o menor en función del cuidado al trazar el curso a seguir. Tiene que procurarse en lo máximo ser amigable con la naturaleza. No debe pretenderse una imposición en el diseño y desarrollo de la obra. Contra ese riesgo debe entrar en juego el Poder en busca de la mejor de las fórmulas.
El tiempo apremia (ante la fuerza de los entusiasmos). Pero no debe darse un solo picazo sin antes definir muy bien los detalles fundamentales, incluyendo costos, y llevar a cabo un cabal estudio de impacto ambiental para un rápido debate sobre lo que más convendría.
La reforma que sí convendría
De parche en parche, lo que más se ha hecho en República Dominicana es crear cargas fiscales, o acentuar las que existían, con decisiones ligeras y desvinculadas de los imperativos de la economía.
Más de ochenta organizaciones agropecuarias de innegable peso y representatividad acaban de formular un reclamo que confirma la necesidad de llevar a cabo una reforma fiscal (no meramente tributaria) para que cese la gravitación negativa de impuestos sobre sectores productivos. Sistemas de recaudación de otras latitudes deben su éxito a la reducción de tasas para desestimular la evasión, acrecentando los ingresos y simplificando la burocracia tributaria.
Nadie temería a una reforma fiscal si supiera de antemano que buscará la equidad para que paguen más quienes más tienen y que el gobierno va a continuar empeñado en transparentar su manejo de lo recaudado, garantizando además la inversión más eficiente de tales recursos.