El dilema haitiano un desafío impostergable

El dilema haitiano un desafío impostergable

POR F. ALVAREZ BOGAERT
El discurso del presidente Leonel Fernández toca puntos nodales sobre el mayor desafío que hemos tenido en nuestra historia: la situación socio-política actual de Haití.

Permanencia de esta crisis

Algunos podrán decir que esta ha sido una situación permanente, endémica de nuestras relaciones. Esto es rigurosamente incierto. Por primera vez Haití ha entrado en una situación de disolución creciente, algo parecido a lo que está pasando en Ruanda, y lo que pasó en Somalia y los Balcanes.

Coincidencia con el discurso del Presidente

Estoy totalmente de acuerdo con el presidente Fernández de que existe un peligro genuino de que en un futuro mediato -especialmente en algunas regiones geográficas bien específicas- entremos en un período de balcanización con los inmensos peligros que esto nos puede representar como nación.

El reto no solo es social y político sino preponderantemente económico

Normalmente los observadores de la disolución progresiva en Haití tienden a concentrarse en los problemas sociales, políticos y culturales por que son, indudablemente, más evidentes. Sin embargo, un manejo inadecuado e ineficiente de la situación haitiana podría tener un efecto mayor en la economía dominicana: ¿porqué?, porque potencialmente produciría serias externalidades negativas cuyos efectos podrían acentuarse debido a que estamos apenas saliendo de una crisis financiera y cambiaria. O sea, sin bien es cierto que estamos en un período de recuperación, no es menos cierto que todavía tenemos muchas debilidades que resolver.

La negligencia de la comunidad internacional

Agrava seriamente esta situación el hecho que el aporte de la comunidad internacional ha sido minúsculo para enfrentar la crisis haitiana, muy especialmente si lo comparamos con la extraordinaria dimensión de la misma. Como consecuencia, una parte desproporcionada de la carga de esta crisis está cayendo sobre la República Dominicana, precisamente en un momento en que el país está enfrentado retos económicos mayores con recursos muy limitados.

Nunca hemos estado preparado como nación

Tenemos que aceptar que los distintos sectores han tratado este tema a través del tiempo de una manera, fundamentalmente, superficial, con poco rigor científico y forma poco constante.

La diferencia entre la disolución progresiva y la implosión

Tenemos también que aceptar que no nos hemos preparados para confrontar con éxito la situación actual de disolución en Haití y, mucho menos, estamos preparados para confrontar la posibilidad de que Haití caíga en un estado de implosión como ocurrió en la Alemania Oriental cuando cayó en el año 1989 el Muro de Berlín. Hay una diferencia notable entre una disolución creciente y una implosión. La primera se convierte en un proceso gradual y parcial; la implosión, en cambio, se caracteriza por ser un proceso general y súbito.

Sugerencias

La confrontación exitosa de este extraordinario reto tendría el respaldo unánime de todos los sectores sociales, políticos, económicos y religiosos. Le sugeriría al Presidente Fernández lo siguiente:

1. Mantener vivo este debate al más alto nivel

2. Crear una Comisión de alto nivel -podría llamarse, por la importancia del tópico como en Alemania: «Centro de Altos Estudios Estratégicos» de carácter plurisocial y pluripartidista que, por su importancia, debe ser presidido por el propio presidente de la República. Una comisión como esta existía en Alemania desde el año 1945 hasta la misma caída del Muro de Berlín en 1989, exclusivamente para tratar al más alto nivel de la nación el problema de Alemania Oriental con todas sus derivaciones.

Como operaría esta comisión

Esta comisión tendría acceso a los fondos necesarios para poder pagar los estudios que permitan cuantificar y apreciar los flujos de inmigración haitiana, su presencia en los distintos sectores económicos y buscar las soluciones a la mano de obra dominicana excluida. Estos estudios servirían, también, para presentar en el exterior la gran dimensión del apoyo que la República Dominicana le está dando a la economía de Haití (directa e indirectamente) comparado con el aporte de la comunidad internacional.

Cuando la política desborda el programa económico

El Centro de Alta Estrategia de Alemania preparó, cuidadosamente, durante dos décadas, un amplio proyecto para enfrentar con éxito el problema de Alemania Oriental. Habían encontrado que existían diferencias abismales entre la eficiencia industrial, la productividad, el valor intrínseco de la moneda, etc. El instituto, igualmente, había preparado un profundo plan de quince años para ir gradualmente «homogenizando», como se dice en economía, y reduciendo las enormes diferencias que existían en estas dos economías tan disímiles. La caída del Muro de Berlín coincidió con unas elecciones nacionales en la que buscaba la reelección el Canciller Demócrata Cristiano Helmut Kohl. El Canciller desautorizó el programa gradual preparado por el centro. Procedió a ignorar las grandes diferencias de la moneda, de la productividad, etc., de las dos Alemanias, pensando, equivocadamente, que podría compensar estas diferencias con una transferencia grande y permanente de Alemania Occidental a la Oriental para elevar la infraestructura y para proteger los salarios, pensiones y ahorros de los alemanes orientales. Kohl ganó ampliamente las elecciones; ¿pero a qué costos?. Los costos fueron los siguientes:

1. Alemania Occidental ha invertido ineficientemente trillones de dólares en Alemania Oriental.

2. Alemania, la segunda economía más poderosa del mundo, ha reducido en los últimos 14 años su ritmo de crecimiento histórico de su PBI anual en un 66%.

3. El porcentaje de desempleo de Alemania Occidental oscila entre el 7% y el 9%, mientras que el de Alemania Oriental está cerca del 20% al 25%.

El caso de Alemania es una prueba fehaciente que cuando se está lidiando con un caso de disolución de un vecino, la política no puede substituir un plan meticulosamente preparado y posteriormente ejecutado.

Corregir y enfrentar las anomalías

Es la obligación del Estado detectar cualquier maltrato que se le dé a cualquier ciudadano haitiano para que las instituciones gubernamentales procedan a corregir con energía. Esto, además que es lo correcto, contribuiría a fortalecer nuestras autoridad moral en los foros internacionales.

Sanción al tráfico humano

El tráfico humano, que está ocurriendo, no podría existir sin las complicidades por comisión o por omisión de los diversos sectores. Dada la situación extrema de Haití, no creo que existan alternativas algunas que impida detener, como sea, este tráfico humano.  

Resistencia a las correcciones necesarias

Una de las verdades que he aprendido a través de mis años de estudios es la gran resistencia de la clase dirigencial a enfrentar los problemas económicos mayores,  si los mismos pueden ser diferidos. Esto tiende ha suceder aunque la posposición signifique un agravamiento serio del mismo, y que demande al final de medidas de corrección drásticas, cuando un enfrentamiento a tiempo hubiese necesitado de medidas mucho más moderadas.

Esta resistencia se ve en todas las naciones, aún en las más desarrolladas económicamente. Ilustremos con dos ejemplos significativos:

1. El caso de la economía francesa e italiana. Desde el inicio de la globalización, hace cerca de 15 años, los líderes franceses e italianos saben que sus costos sociales anormalmente altos, (ejemplo: un seguro de desempleo que otorga una prestación, con un 70% de su salario, de dos años al desempleado lo que incentiva el paro) y sus rigideces laborales –las que hacen en sí imposible cambiar un empleado- contribuyen a reducir su competitividad, su capacidad de crecimiento económico y su capacidad de generación de empleos. Aún así, los gobiernos de Francia e Italia siguen posponiedo enfrentar esos problemas, agravando exponencialmente los costos de su eventual solución.

Los problemas de la disolución creciente de Haití constituyen un problema mayor para la República Dominicana que los problemas estructurales de Francia e Italia. De modo que no debemos seguir la tendencia natural de posponer su enfrentamiento ya que, actualmente, es manejable con medidas de costos políticos y económicos moderados, lo que se haría mucho más difícil y traumático si se demora la solución.

El deber ineludible de la clase dirigencial

Todos los dirigentes políticos, sociales, económicos y religiosos deben ayudar a construir el sentido de misión necesario para movilizar al pueblo dominicano alrededor de esta problemática. Concientizarlo en torno a la dimesión de las medidas que hay que poner en práctica obligatoriamente, para enfrentar con eficiencia y con éxito este reto, también para que todos procedamos a accionar con sentido patriótico –sin el más mínimo rastro de xenofobia- de unidad y, sobre todo, con el coraje y la serenidad que da saber que lo que estamos haciendo es correcto y absolutamente necesario.

Un esfuerzo especial casi supremo

Hay un acontecimiento, de hace casi cinco siglos, que resume el conjunto de condiciones necesarias para enfrentar un reto de grandes dimensiones como el que actualmente tenemos los dominicanos.

William Shakespeare describió bellamente la extremadamente delicada situación que se encontraba el ejercito inglés rodeado por un ejercito francés tres veces superior. La tropa inglesa se encontraba confundida y abrumada. Era evidente que se necesitaría un esfuerzo especial, casi supremo para ganar esta desigual batalla.

El Rey Enrique V, en un día de San Crispín, reunió su tropa y la arengó con las siguientes palabras que me permito resumir:

«El que salga vivo de hoy y llegue a la vejez,

podrá decir a sus vecinos: mañana es el Día de San Crispín y enseñará sus cicatrices. El recordará mejorándola, las hazañas de este día; y entonces nuestros nombre serán palabras caseras, y todos seremos recordados con vasos rebosantes.

Los padres se lo contarán a sus hijos, Jamás pasará el día de San Crispín, sin que seamos recordados en el nosotros pocos, felices pocos, nosotros, grupos de hermanos, porque el que vierta su sangre hoy será mi hermano; aunque no sea bueno y este día lo hará noble.

Y muchos de esos caballeros de Inglaterra que ahora están en la cama, se considerarán malditos por no haber estado aquí,

Y le parecerá mísera cualquier valentía, cuando hable con algunos de ustedes que combatiera junto a nosotros en el día de San Crispín

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