La productividad del trabajo, incrementada entre 2001 y 2017, apenas se reflejó en las remuneraciones, bastante deprimidas durante ese período, cuando el valor real de los salarios mínimos y medios siguió estancado, desequilibrando las finanzas de la mayoría poblacional dominicana.
Diecisiete años de deterioro de la economía doméstica en estratos bajos y medios, altamente endeudados ante la pérdida de poder adquisitivo frente a ingresos comprimidos por la fuerte carga impositiva que penaliza el consumo y la inflación acumulada en bienes y servicios.
Frenan movilidad social. El mercado laboral dominicano muestra acentuadas deficiencias, insuficiente capacidad de creación de empleos formales y su baja calidad, determinantes estructurales que frenan la movilidad social, impiden una sustancial reducción de la pobreza y la expansión de los estratos medios.
Entre sus características resalta el crecimiento de la informalidad, el escaso empleo formal y bajos salarios, enormes brechas de ingresos, sobre todo en el sector público; baja participación laboral de la población en edad de trabajar, sobre todo los jóvenes.
El desempleo en los jóvenes creció a 32.5% y los “Ni-ni” a 22.5%. La generación de empleos no satisface la demanda de trabajo de unos 200,000 jóvenes que en promedio adquieren cada año la mayoría de edad. El déficit acumulado es alto, aún con la cifra oficial de una media anual de 120 mil nuevos empleos.
El crecimiento promedio anual del empleo, que en la década 1990-2000 fue de 4%, bajó en el siguiente decenio a un 2%, muy inferior a la expansión del Producto Interno Bruto (PIB). Entre los trabajadores se mantiene una baja protección social por la creciente informalidad de la fuerza laboral, ascendente a 58%, y un sub- empleo que ronda el 23%, frente al 42% del empleo formal. El empleo informal se expandió al doble del formal, debido a que tanto empleadores como trabajadores apelan a la informalidad al percibir que los costos de operar en la economía formal son mayores.
Ante el descalabro del empleo del sector formal de la economía, en cantidad y calidad, el principal motor del empleo generado durante el presente siglo fue el sector público, en gran medida un empleo improductivo, clientelar.
El dinero no alcanza. Formales o informales, la mayoría de los trabajadores no puede costear el valor promedio de la canasta de bienes y servicios, RD$30,149.07 mensuales, monto que duplica o triplica el salario mínimo público y privado, sectorizado o no. La proporción cubierta es la siguiente:
53% para los que devengan RD$15,447.60 mensuales en las empresas grandes; 37% en las medianas con RD$10,620; 32% las pequeñas, donde ganan RD$9,411.60, y 45% los vigilantes privados, con RD$13,032. Igual ocurre con la remuneración mínima de las empresas sectorizadas, como turismo y zonas francas, pese a que disfrutan de un notable crecimiento y de largos años de millonarias exenciones.
La canasta básica, con un promedio de RD$18,021.19 en marzo de 2007, se cotizó en igual mes de 2017 en RD$29,014, un incremento de RD$10,993. A marzo de 2018 subió a RD$30,149.07, sin contar alzas posteriores derivadas de la cotización del dólar y precios del petróleo. A inicios del siglo promediaba RD$7,540.38.
Rezago laboral. La mayoría de los trabajadores tiene ingresos de subsistencia, con gran rezago respecto al ritmo expansivo de la economía, de la productividad laboral, sobre todo en sectores económicos de mayor crecimiento. Aún en estas prevalecen salarios de subsistencia, pese al notable aumento del PIB.
El incremento salarial entre 2001-2017 estuvo por debajo de la tasa de crecimiento anual de la productividad, una de las más elevadas de América Latina, mientras los salarios mínimos reales se situaron entre los más bajos de la región.
En 2015, cuando la economía creció 7% tras diez años de expansión, los salarios cayeron en -25.85%, a una tasa media anual de -1.97%. Ese año la productividad creció a una tasa media anual de 5.4% y los costos laborales unitarios bajaron a -14.5% promedio anual, según un informe de Escuela de Economía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
Estas cifras revelan la desigualdad en la distribución de las ganancias derivadas de la productividad laboral, de la riqueza que genera el crecimiento del PIB, en perjuicio de los trabajadores, de amplios grupos sociales.
Evolución de la pobreza
1. 2003-2004.
La pobreza se disparó con la crisis bancaria, incrementándose en 2004 de 32.4% a 42% de la población, mientras la pobreza extrema pasó de 8.8% a 16.5%. Surgió un millón y medio de nuevos pobres, con el desplome económico de la franja más vulnerable de capas medias, que , como los pobres, soportó entonces y en años posteriores, el mayor rigor de los ajustes para enfrentar la crisis, el desempleo y subempleo, la carga impositiva, inflación, peso de la deuda.
2. 2005-2012
La recuperación económica desde 2005 impacta muy lentamente la pobreza, con índices altos durante las crisis, pero bajando a cuenta gotas en años de crecimiento del PIB, como 2005, 2006 y 2007. Todavía en 2010, cuando la economía creció 5.5%, el índice de la pobreza fue 33.2%. En 2011, la tasa fue de 31.6% y la línea de pobreza de RD$9,824. Los indigentes sumaban 867,562 personas. En 2012 la pobreza se cifró en 39.5%
3. 2012-2017
La tasa de pobreza monetaria descendió de 39.7 % en 2012 a 25.5 % en 2017. El número de personas en condiciones de pobreza monetaria bajó de 3.8 millones en 2012 a 2.6 millones en 2017. Estadísticamente fueron excluidos los que superaron los US$4 diarios, indicador utilizado para medir la pobreza monetaria. Pero difícilmente deje de ser pobre una persona con ingresos que apenas rebasen la línea de pobreza de US$4 diarios, equivalentes a RD$197.60.
4. El círculo de la pobreza
Los gobiernos de RD en el presente siglo han seguido estrategias que no logran romper el círculo de la pobreza. Desarrollan programas asistenciales que atenúan el hambre, ofrecen trabajos efímeros o improductivos dentro de una burocracia hipertofiada que no los libera de la pobreza. Además de no mostrar su desgarradora dimensión humana, las estadísticas difieren según la metodología utilizada en diferentes estudios. Los barrios urbanos y rurales no la esconden, la exhiben con crudeza.
Estratos sociales medios y bajos con alto endeudamiento
Tan endeudados como el Estado está la mayoría de las familias dominicanas en los estratos medios y bajos, salvo en la cúspide de la pirámide social y en clase media alta.
En los sectores de bajos ingresos gran parte del sueldo devengado lo absorben usureros, en las capas medias apelan a préstamos rápidos del sistema financiero, que ante la gran demanda diversificó el crédito, financiando inscripción en colegios, compras de efectos del hogar y otros propósitos. Sus recursos no alcanzan para cubrir las necesidades básicas e imprevistos. De acuerdo con la Tesorería de la Seguridad Social, el salario promedio es de RD$21, 337.00 pesos, inferior al promedio de la canasta básica.
Para el 20% más pobre, agrupado en el quintil 1 de los grupos de ingreso, el costo de la canasta familiar es de RD$13,724.44, solo al alcance del 10% que trabaja en las empresas grandes, con mínimo salarial de RD$15,447.60.
Como en el mínimo salarial, los sueldos medios o de mercado, los aumentos promedio reales han estado muy por debajo del crecimiento del PIB aún en los ciclos expansivos de la economía, situándose RD en el país de la región con más baja elasticidad PIB-salarios medios. En 2001-2017 su valor real siguió la tendencia hacia la baja, contenida con una variación positiva en 2014-2017 que fluctuó entre 0.18 o un 0.9%. Entre los más favorecidos figura un 16 a un 20% de los sueldos que están por encima de RD$35,000.
En el sector público disparidades salariales son extremas. El 52% gana por debajo del nivel de subsistencia, sin poder cubrir la canasta básica de los pobres. Entre el personal de cabildos hay salarios de RD$2,500 RD$3,000 y RD$5,000 al mes. Mientras, una minoría de técnicos y funcionarios ganan RD$100,000, RD$800 mil y más de un millón de pesos mensuales.