El discurso al país del Presidente

El discurso al país del Presidente

El Presidente de la República hizo la esperada alocución al país en estos momentos de crisis y de incertidumbre en que todos los países estamos inmersos. Hizo lo que se esperaba que hiciera en momentos como el que vivimos: hablar, y ese solo hecho resulta positivo para su gestión y su partido.

Ese elemento, más el anuncio de que por el momento no habrá más cargas impositivas para la población, como se esperaba por la presencia de la alta comisión FMI, constituyen dos aspectos de particular importancia.

Preocupa, sin embargo, la ausencia de medidas concretas para enfrentar la crisis y la breve referencia a la crisis energética y el crecimiento de la inseguridad ciudadana y la delincuencia. La limitación de los temas a tratar y la brevedad antes aludida le restaba posibilidad al Presidente de explayarse con la elocuencia que le es cara y habitual. Su lenguaje corporal evidenciaba su incomodidad por esa circunstancia.

Preocupa que, contrario a lo que la crisis mundial indica, que piense que los sectores turismo y remesa puedan mejorar y que las anunciadas intenciones de inversión en el primero generarían empleos; de igual modo no está claro dónde se encontrarían los recursos para las obras anunciadas para generar empleos, entre las que se cuentan la segunda línea del Metro. Un punto controversial del discurso ha sido la intención de tomar parte del dinero de los fondos de pensiones para invertirlos en proyectos de viviendas, cuando en muchos países ha sido precisamente la quiebra del sector inmobiliario uno de los componentes fundamentales de la presente crisis mundial.

El contexto institucional del país, donde sobresale la corrupción en el sector público y con tres grandes banqueros presos acusados de dolo, motiva serias preocupaciones sobre esa intención de tocar los fondos de pensiones. EL Presidente, contextualizando la crisis nacional, cita las crisis de los altos precios del petróleo casi a todo lo largo del presente año, la crisis alimentaría y la crisis mundial, a las cuales llama huracanes que se abatieron contra nuestra economía; le faltó citar los más de 40 mil millones de pesos gastados en la pasada compaña por la reelección y el incremento del gasto corriente durante ese período. Que se quiera involucrar a todo toda la nación para enfrentar los grandes desafíos que sobre ella se ciernen es plausible, pero se requiere que la clase política, el Presidente y los partidos tengan una clara idea sobre una crisis que más que económica es social, que tengan ideas y propuestas claras para ser sometidas a discusión. Pero, desafortunadamente, un partido de gobierno cuya máxima dirección se sienta a escuchar una clasecita sobre la situación del país y que no exija discutirla como organismo y el mayor de la oposición enzarzado en sus querellas internas, no están en grado de enfrentar los grandes retos del país. En este contexto político es muy difícil compartir el optimismo del Presidente sobre el futuro inmediato del país real, quizás sí sobre el futuro del país del Presidente.

Publicaciones Relacionadas