El discurso de Abinader: lo bueno, lo malo, lo feo y lo bonito

El discurso de Abinader: lo bueno, lo malo, lo feo y lo bonito

Millizen Uribe

El presidente Luis Abinader acaba de hacer la segunda rendición de su mandato. Al igual que en la primera, le toca en medio de un panorama bastante adverso. Antes fue en el marco de la pandemia del COVID-19 y sus devastadores efectos sobre la salud y la economía. Ahora se sumó el conflicto armado entre Rusia y Ucrania, que involucra a Estados Unidos y la OTAN y que viene a complicar más la situación.

Aunque los indicadores sanitarios del COVID-19 han mejorado y así lo ha hecho saber la OMS, que explica que los casos llevan semanas disminuyendo internacionalmente, todavía el mundo no había superado los choques entre oferta y demanda, los procesos inflacionarios y el alza de “commodities” y combustibles. Ahora se complica más por la carga de incertidumbre que este conflicto bélico añade a los mercados y por la posibilidad de que mermen la producción de insumos esenciales que se producen tanto en Rusia como en Ucrania (trigo, maíz, sorgo, etc).

En el caso dominicano los efectos se sentirán más al ser una economía que importa petróleo y sus derivados. Además, podrían subir aún más los materiales de construcción, los alimentos, los combustibles y la tasa de cambio desestabilizarse.

Por esto era tan importante que el presidente Abinader incluyera en su alocución ante la Asamblea Nacional medidas que ayuden a que la ciudadanía enfrente con apoyo y mejor suerte estas circunstancias económicas tan adversas.

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De ahí que para mí una de las mejores partes del discurso fue cuando el mandatario anunció medidas para combatir la inflación. Prometió el aumento al subsidio de Bonogás Hogar de 228 a 470 pesos e inclusión de manera permanente de 300,000 nuevos hogares al subsidio Aliméntate del programa Supérate. Esto fue lo bueno.

Sin embargo, creo que ese discurso tuvo muchas ausencias y aquí viene lo malo. Faltaron las medidas paliativas para la clase media.

¿Por qué abogo por la clase media?
Primero, porque es la vanguardia de los cambios y revoluciones; y, segundo, porque también está siendo castigada por la inflación al tener que comprar comida y combustibles más caros, adicional al pago que debe hacer de derechos fundamentales que el Estado no garantiza con calidad, como educación y salud.

Lo feo fue una visión transversal que manifestó el Presidente de creer que superar los problemas de salud es sólo manejar el COVID-19, sin tomar en cuenta la pírrica inversión en salud o el aumento de indicadores fatales como la mortalidad materna y neonatal.

Además el poco espacio que dedicó en su discurso a los temas juventud y mujer, planteándolos sólo desde un aspecto reactivo y no preventivo.

Finalmente, lo bonito: la parte en la que, con toda razón, Abinader le aseguró a los asambleístas que la independencia judicial es el cambio más trascendente acometido por nuestro gobierno en este año y medio.

Tiene razón el mandatario cuando reconoce que esta es una conquista colectiva. Aunque yo “le bajaría un dos” al optimismo porque mientras no se asegure la real independencia del Ministerio Público y el Poder Judicial, la espada de Damocles penderá sobre esta conquista.

No obstante, el timing ahora es el bolsillo y el reto de Abinader, su equipo de Gobierno y su partido el PRM ya no es sólo hacer una gestión ética, sino también económicamente estable.

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Millizen Uribe

Millizen Uribe

Periodista. Editora del Periódico HOY Digital