El discurso de Miguel Vargas

El discurso de Miguel Vargas

DAVID LÓPEZ
La articulación de un discurso de campaña con capacidad de influir en la conciencia de una determinada comunidad, supone, más que explotar las deficiencias o debilidades del contrario o los contrarios a vencer, presume la elaboración de políticas que tiendan a promover las ideas de bien que caractericen al posible candidato a ocupar una determinada posición, sea ésta pública o privada.

En el caso específico de la campaña electoral que se lleva a cabo en nuestro país, hace bien el candidato del Partido Revolucionario Dominicano, el ingeniero Miguel Vargas Maldonado, cuando no solamente se limita a ser parte de los espectadores dominicanos que ven como su principal contradictor al doctor Leonel Fernández, se hunde en un océano de descrédito, sin presentes en la historia democrática contemporánea, sino que también hace propuestas especificas al electorado nacional.

Con la actual gestión de gobierno se han aposentado en la conciencia pública una serie de lacras que van, desde una cultura de la violación sistemática a nuestras leyes, hasta la indiferencia ante el mayor derroche del tesoro público que un gobierno elegido democráticamente haya cometido en perjuicio de sus gobernados. Que se registre la historia y se verá nuestro acierto.

La promesa del candidato perredeísta de propiciar un clima de respecto, consideración y colaboración recíproca entre el sector público y privado, con el elevado propósito de buscar oportunidades a tantas manos ociosas existentes en el país, principalmente entre la población joven, nos resulta altamente positiva. La valorizamos, incluso, como una idea de interés nacional.

Con un discurso como ese, que incluya además la búsqueda de políticas que se encaminen a promover un cambio sustancial en las condiciones de vida de las madres solteras y nuestros envejecientes, así como su juramento de bajar los impuestos, el ingeniero Vargas Maldonado gana terreno al candidato oficialista que nada, que no haya hecho, puede prometer de nuevo al electorado dominicano.

Las promesas desde el poder son intrascendentes e inicuas. Todo lo que no se haya realizado o se haya iniciado con el interés de dar respuestas a necesidades y promesas del pasado reciente, pueden ofertarse hoy. Desde el poder no se ofrece, se hace.

Un mandatario que no se consagre con absoluto desinterés a servirle a sus gobernados, no puede con sofismas y actitudes exhibicionistas, pretender ser reelegido en una posición en la cual no ha tenido un desempeño eficaz. Todo lo contrario, si algo ha mostrado el actual Presidente de la República ha sido una incompetencia total, y un irrespeto a las leyes que una vez juró cumplir y hacer cumplir.

Salido el licenciado Danilo Medina del escenario electoral inmediato, sin dudas el precandidato que tenía el mejor discurso de campaña en el país, el ingeniero Miguel Vargas Maldonado, es al día de hoy el candidato presidencial que expone con mayor nivel de credibilidad sus propuestas de campaña.

Una de las mayores frustraciones que he sentido de la actividad política dominicana, de los últimos tiempos, ha sido ver perder con el uso y abuso de los recursos del Estado, una candidatura que se presentaba ante el país como la única esperanza que tenía la militancia del PLD y el pueblo dominicano de salir del actual lodazal. Las expectativas que creó la candidatura del licenciado Danilo Medina, dentro y fuera de su partido, como consecuencia de un discurso bien elaborado y de futuro, se esfumó de súbito, para dar paso a la demagogia, la simulación y el disfraz.

Ausente el licenciado Danilo Medina del debate público y de la agenda comicial en la que estamos inmersos, al pueblo dominicano no le queda otro camino más expedito que la candidatura del ingeniero Vargas Maldonado como elemento catalizador de las expectativas y deseos de cambio real que en estos momentos tiene la sociedad dominicana.

Nos sumamos, pues, a las aspiraciones presidenciales del hijo mayor de uno de los hombres más trabajadores y progresistas que ha tenido el país. Su discurso similar y afín al del licenciado Danilo Medina pautan la diferencia en la actual campaña electoral.

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