El discurso debe ser claro

El discurso debe ser claro

Finalmente, hay signos de que esta sociedad comienza a sacudirse de una modorra que ya tiene  más de una década, varias protestas y demandas tanto de carácter general, como locales, algunas de ellas exitosas, indican que estamos en el camino. Que a pesar de la desconfianza que aún persiste sobre la posibilidad de superar el presente estado de cosas, poco a poco despunta la esperanza de salir del hoyo.

Sin embargo, las  acciones de protestas y demandas, por más amplias que estas sean, no bastan para superar el estado de postración de las fuerzas políticas, económicas y sociales que propugnan por un cambio de rumbo en la conducción de este país. Para producir ese cambio es imprescindible que en el discurrir de estas acciones se elabore un discurso de inequívoca intencionalidad política.

Las reivindicaciones puntuales o locales son potencialmente políticas, vale decir, pueden incidir de manera sustantiva sobre el poder. Pero, para que esto suceda deben generalizarse y trascender el mero interés de un grupo social o de una comunidad de intereses particulares: ecologista, feminista, de libre opción sexual, estudiantil o de jóvenes, etc. En tal sentido, para que un movimiento reivindicativo se convierta en político, además de los naturales objetivos particulares, debe plantearse objetivos relativos  a los derechos de todos grupos y/o clases sociales.

Toda conquista sectorial es importante, pero ninguna lo es más que el derecho de toda persona a tener acceso al proceso productivo y a la defensa de sus prerrogativas como trabajador, a través de la libre sindicalización en su centro de trabajo.  Si olvidamos ese derecho, así como el que tiene todo ser humano de beneficiarse de los servicios (salud, vivienda, etc.) que se crean y mantienen con su trabajo, estaríamos contribuyendo a que un movimiento que se piense de cambio pueda ser instrumentalizado o recuperado por fuerzas de derecha.

Otro elemento a tener presente: entramos en pleno terreno de la política cuando exigimos al Presidente de la República que cumpla o haga cumplir la ley, pero para que una acción política sea efectiva es necesario involucrar en ella a la mayor cantidad posible de los actores que intervienen en ella, no importa el partido a que pertenezcan.

Un discurso político nuevo tiene que superar viejas formas de pensar la política y rechazar la tendencia a creer que los jóvenes que participan en las diversas demandas constituyen el “nuevo sujeto” portador del cambio social, un reduccionismo tan estéril como en el pasado lo fue “encontrar” ese sujeto en la clase obrera, en los movimientos sociales después o en la “clase media”, como en su momento lo pretendió el profesor Bosch. 

Una nueva sociedad no se construye con viejos prejuicios ideológicos, tampoco con la simple condena al presente estado de cosas, sino con un discurso que exprese claramente la sociedad que queremos. Una nueva forma de participación política implica articular un discurso que tome en cuenta la realidad que se vive, pero sin olvidar que la historia enseña que ninguna lucha sectorial ha sido portadora del cambio.

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