El discurso del Presidente

El discurso del Presidente

El presidente Leonel Fernández expuso anoche ante el país un diagnóstico sobre las causas de nuestra situación económica actual y las previsiones de su Gobierno para contrarrestar los efectos locales de la crisis global en lo poco que resta del presente año y en el 2009. La aguda crisis energética, como parte de nuestros problemas económicos, será objeto de  un nuevo enfoque, dirigido a mejorar la oferta, la distribución y a modificar los patrones operativos en lo que concierne a combustibles. También se anuncia especial atención a las fuentes energéticas alternativas, como el viento, la luz solar y la biomasa.

Un aspecto del discurso que alivia las preocupaciones de amplios sectores nacionales es el que se refiere al tipo de acuerdo que se negocia con el Fondo Monetario Internacional y, sobre todo, la aclaración de que no habrá reforma fiscal sobre la base de nuevos impuestos, sino a partir del ahorro mediante la limitación del gasto. También alivia el hecho de que se procure mitigar el efecto de los despidos causados por la recesión. Desde luego, cada una de las recetas para enfrentar la crisis tendrá que ser ponderada en sus detalles y contenido. En términos generales, habló al país un Presidente  confiado en que los factores adversos de la crisis global serán capeados por las autoridades locales y que la economía resistiría el embate con las medidas anunciadas en la misma pieza.

Narcotráfico y seguridad

El Presidente Leonel Fernández dedicó especial atención al serio problema del narcotráfico y la precaria seguridad ciudadana. Una política de cero tolerancia para la delincuencia parece ser el norte de la estrategia oficial para enfrentar estos males. Llama la atención  el hecho de que hay poca referencia  a las causas que originan el auge del narco y la delincuencia. El fortalecimiento de la capacidad de interdicción mediante equipos y logística es una cara del poliedro.

El enfoque en estos ámbitos nuevamente está dirigido a combatir los efectos y consecuencias, pero poco o nada se plantea en cuanto a atender las causas que estimulan el negocio de las drogas y la delincuencia. El aspecto represivo de la lucha continúa ocupando el primer plano. La enorme deuda social acumulada continúa siendo la incógnita intocable, aunque su presencia, profundidad  e influencia están contenidas en todos los diagnósticos hechos al respecto durante muchos años.

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