El discurso presidencial

El discurso presidencial

UBI RIVAS
El presidente Leonel Fernández pronunció el habitual discurso ante la Asamblea Nacional y el país en ocasión del 161 aniversario de la Independencia Nacional el 27 de Febrero, calcando el programa de gobierno que desplegó en su primer mandato 1996-00. La reducción de la pobreza es un tema que siempre abordan como lo primero, todos los gobernantes, y el presidente Fernández no es posible que constituya la excepción, sobre todo que ahora, el PNUD categorizó que en 2003, la pobreza aumentó un 33%, un crecimiento de un 17.8% en relación a 2000. Es decir, que un 54% de la población subvive por debajo de la línea de la pobreza en 00 y un 62% en 03.

Mientras que la CEPAL, identifica que la pobreza dominicana trepa al 41%, y que de no ser por las remesas (US$2,00 millones), subiría al 45%.

El presidente, hombre coherente, una de sus virtudes, reiteró los planteamientos y/o retos de su primera administración, al esbozar la educación como uno de sus propósitos medulares, la modernización del país en comunicaciones, elevados, tranvías, parque cibernético a lo Sillicon Valley, reverencia a los emblemas nacionales, escudo, bandera, patricios fundadores de la República, guerra a muerte al narcotráfico y a la ola delincuencial que tiene aterrada a la sociedad dominicana.

Procurar con gran énfasis la inversión foránea, algo que ha realizado como éxito en Chicago el 03 del presente mes de marzo al obtener una inversión de US$450 MM para edificar dos plantas procesadoras de hormigón, lo que delata la intención y/o magnitud del fárrago de obras que el presidente contempla ejecutar. Elemental.

Dotar a la Policía no ya de profesionales capaces, que los tiene de sobra y lo que no hacen es ceñirse rigurosos a los predicamentos de la Academia de Hatillo, sino de recursos, equipos, sueldos decentes en que un policía disponga de un salario no menor de $10 mil mensuales, seguro médico, seguro de vida alto por el riesgo que confrontan de batirse con criminales a tiros, quizás intercambios de disparos…

Atomización de los cientos de generales, más que el numeral de las tropas que puedan comandar, hipertrofiados los cuarteles, como todo lo que tocó Hipólito Mejía, y conformar y diseñar unas Fuerzas Armadas pequeñas, pero eficaces en “sprit de corps”, propósitos altos y equipamento adecuado, que en gran parte lo tienen.

Preservación de la macroeconomía, zonas francas industriales, turismo, comunicaciones, remesas, pero con una referencia muy tenue concerniente al proceso agroindustrial por el cual este servidor de todos ha propiciado siempre, teniendo siempre muy presente que Estados Unidos, que es el país al cual la inmensa mayoría los dominicanos quieren ir a residir y quieren que el nuestro se parezca a aquél, incluyendo a más de un gobernante criollo, cimentó su riqueza en el algodón, azúcar y tabaco con mano de obra esclava, y que el Estado más rico de la Unión no es Texas petrolero, Nueva York o Illinois industrializado sino el agropecuario de California, el 14 de polo de desarrollo del planeta.

Pero en apenas seis meses de mandato, el presidente Fernández, sin mayoría numérica congresional, ha podido exhibir en primer lugar el sosiego que nos guía mentalmente a todos porque confiamos en él; estabilidad en la prima del dólar domeñada a menos de 30×1 cuando la encontró a 45×1, y así el servicio eléctrico, la expectativa grande de comer primero a 900 mil familias, el gradual saneamiento financiero del caos que heredó, todo en una comunicación sosegada, sin boches ni destemplanzas, que augura superaciones.

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