El diseñador Arcadio Díaz
Propone un traje de novia con rasgos de chacabana

El diseñador Arcadio Díaz <BR><STRONG>Propone un traje de novia con rasgos de chacabana</STRONG>

En la ExpoBoda Internacional 2006 que acaba de escenificarse en la Quinta La Esmeralda, en Caracas, Venezuela, el diseñador dominico-venezolano Arcadio Díaz parece haber resuelto el ancestral dilema, a punta de un delicado conjunto de detalles capaces de conjugar el imprescindible glamour del sagrado instante, con un soplo de naturalidad, pasión tropical, lozanía y libertad.

En la pasarela, el esbelto y agraciado cuerpo de una singular belleza, Yoelín Paredes, finalista del Miss Venezuela 2004, aparecía cubierto por un vestido de novia que en lugar del clásico blanco, se teñía con primorosas sutilezas del color rosa y en sus plisados, mangas, cuello y bolsillos, trazaba las líneas de la conocida chacabana o guayabera.

Esa elemental prenda campesina originaria de las márgenes del río Yayabo, Sancti Spíritus, en Cuba, se eregía bajo las luces y la confluencia de todas las miradas en el donaire y la sensible apostura de la seda ciento por ciento natural, dándole forma a los encajes y al cuello alto de tres botones, al tiempo que acogía con rigor y elegancia la definición del canesú. Una corona en botones de rosas ceñía las sienes de la escultural modelo, irradiando matices que hacían apegado juego con el bouquet y con el traje en sí, ligeramente abierto en la parte frontal inferior, detalle que le imprimía un toque de sobria y agradecida sensualidad.

Para el novio, Arcadio propone un conjunto blanco de lino, con plisados marcados en cuadros en forma de discretos parches y bordes con apliques triangulares.

“Creo haber roto las cadenas que aprisionaban al habitual traje de novia”, nos dijo Arcadio Díaz con viva emoción, en los apremios del camerino.

La idea es concebir un traje de novia que se lleve con comodidad, es decir, no encorsetado, ni rígido. Es sobrio y formal, sin incurrir en excesos. Además, caribeño, de buen corte, y para ser lucido en una catedral o en una finca, o en la playa, conforme a las tendencias o propuestas modernas.

Sin lugar adudas, una atrevida y creativa opción a la hora de elegir su vestuario, con la seguridad de que, además de práctico y sensual, es tan nuestro como el merengue:  una exquisita opción para una boda tropical.

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