El doble de Trujillo

El doble de Trujillo

Ya está a la venta en las principales librerías del país, y supongo que en las de otros países de la América española, la novela recién publicada por la editora colombiana Norma, «El Plan de Trujillo», del dominicano Marino Berigüete.

La narración de Marino Berigüete discurre en torno a una serie de acontecimientos que tuvieron lugar en los días finales de la Era de Trujillo en la que la vida de un doble del dictador se entremezcla con la del propio sátrapa en un «apasionante juego de espejos, de tiempos y de verdades históricas y mentiras».

Errores políticos que conllevaron la muerte de personas valiosas cometido por el dictador Rafael Leonidas Trujillo en los años finales de la década del 50 como el secuestro del profesor Jesús de Galíndez en la ciudad de Nueva York y su posterior asesinato; la muerte de los pilotos Gerald Murphy y Octavio de la Masa; la brutal represión desatada en contra de los del Movimiento 14 de Junio; el atentado contra el presidente venezolano Rómulo Betancourt por lo que la Organización de Estados Americanos (OEA) le impuso a su régimen sanciones económicas y diplomáticas; el asesinato de las hermanas Minerva, Patria y María Teresa Mirabal y el de su chofer Rufino de la Cruz; y, entre otros, los ataques dirigidos por Trujillo en persona contra altos dignatarios de la Iglesia Católica y del Nuncio de Su Santidad luego que éstos se negaron a otorgarle al tirano el título de «Benefactor de la Iglesia» causaron que los norteamericanos, otrora sus protectores, se volvieran en su contra y que comenzaran a conceptuarlo como un serio peligro para la paz y para la estabilidad de los gobiernos del área.

Esos desmanes de Trujillo impulsaron al presidente John F. Kennedy aprobar planes para eliminarlo físicamente y a proporcionarles a sus potenciales ejecutores las armas requeridas.

Era que en los días finales de la dictadura las cárceles del país estaban llenas de centenares de presos políticos de todas las clases sociales; y que las torturas, las desapariciones y los asesinatos de ciudadanos indefensos estaban a la orden del día.

Para entonces, ya Trujillo se les había ido a los norteamericanos de las manos.

Mientras los opositores al régimen, incluidos entre éstos a personas que habían sido funcionarios del gobierno y colaboradores cercanos al dictador, configuraban planes para ajusticiarlo, los norteamericanos pensaron en darle a éste, su antiguo socio, una última oportunidad. En efecto, el influyente Senador Smathers del Estado de la Florida, hombre de absoluta confianza del presidente Kennedy y amigo personal del dictador, vino al país, a principios del mes de enero de 1960, con la misión de tratar de convencer a Trujillo de que dejara el poder y optara por exiliarse junto a sus familiares y sus principales colaboradores en España o en los Estados Unidos. Pero, el sátrapa se mostró renegado a dejar el poder y a abandonar el país, lo que motivó que la administración del presidente Kennedy continuara con sus aprestos para derrocarlo.

Y pasó lo que más temprano que tarde debía de pasar: la noche del 30 de mayo de 1961, en momentos en que se dirigía a su hacienda «Fundación» Rafael Leonidas Trujillo fue acribillado a balazos en la prolongación hacia el oeste de la avenida George Washington por Antonio de la Masa, Antonio Imbert Barreras, Amado García Guerrero, Roberto Pastoriza, Manuel (Tunti) Cáceres y Pedro Livio Cedeño.

La represión subsiguiente a esas acciones acabó con el movimiento disidente y con la vida de casi todos los conjurados.

Esto ocurrió cuando la dictadura trujillista se desmoronaba a consecuencias de las sanciones económicas impuestas por la OEA. La transición democrática, tal y como los norteamericanos la tenían prevista, comenzó cuando Balaguer asumió de hecho el poder después de la salida del país de los familiares cercanos al dictador ajusticiado.

Hasta aquí la historia documentada de los finales de la Era de Trujillo y del hecho de su ajusticiamiento la noche del 30 de mayo de 1961. La historia que todos damos como cierta.

En su novela, Marino Berigüete moldea esa misma histórica pero la cuenta a su manera. Escribe acerca de lo que pudo haber pasado, no de lo que en realidad pasó.

)Qué motivó a Mario Berigüete a escribir una novela sobre Trujillo en la forma en como la concibió? Creemos que unas supuestas declaraciones atribuidas a Ramsés Trujillo, nieto del sátrapa, hijo de Ramfis Trujillo y de la actriz húngara Lita Milán. afirmando que su abuelo (el dictador) no había sido ajusticiado como se creía, sino que había muerto en España de vejez.

A continuación el argumento de la novela de Marino Berigüete: Manuel Tejada, ingeniero español de origen dominicano, decide viajar a la República Dominicano con el propósito de indagar sobre el pasado de su abuelo paterno Mérido Tejada )Dónde había nacido? )Quién era? ) A qué se dedicaba? Las investigaciones de Manuel Tejada lo llevan a descubrir las siguientes verdades: Que su abuelo Mérido Tejada, un campesino cibaeño, era tan amigo y de tan parecido físico al dictador Rafael Leonidas Trujillo que, en ocasiones, el sátrapa lo empleaba como su doble; que Trujillo, a quien la Agencia Central de Inteligencia (CIA) lo mantenía informado de las actividades del grupo que planeaba su asesinato, convencido de que ya no podía seguir soportando las presiones de los norteamericanos para que abandonara el poder, decidió exiliarse en España la misma noche del 30 de mayo de 1961; y que fue a Mérido Tejada, el doble de Trujillo y abuelo de Manuel Tejada, a quien Antonio de la Masa, Antonio Imbert Barreras Amado García Terrero, Roberto Pastoriza y Pedro Livio Cedeño asesinaron la misma noche del 30 de mayo de 1961 en la prolongación de la avenida George Washington.

Pero, los hechos acaecidos en este país después del ajusticiamiento de Trujillo le jugaron una mala pasada a Marino Berigüete.

La imaginación del novelista no pudo ir más allá de la realidad. ) Dónde termina la novela y dónde comienza la ficción?

Como si no hubiese sido a Trujillo a quien mataron la noche del 30 de mayo de 1961, el discípulo preferido del tirano gobernó este país por 22 años; los métodos trujillista de represión continuaron empleándose; y, aunque con menor frecuencia, aquí todavía se siguen cometiendo los mismos abusos de autoridad que se cometían en los tiempos de la tiranía.

Cuarenta y tres años después de haber sido ajusticiado, el cadáver del jefe permanece insepulto no en el lugar donde lo acribillaron a balazos sino en la mente de muchos dominicanos con poder.

A decir de algunos, la novela dominicana aún está por escribirse. El autor de esta crónica que no es filólogo ni crítico literario, después de leer las novelas «La Vida no tiene nombre» y «El Hombre del Acordeón», de Marcio Veloz Maggiolo; «La Balada de Alfonsina Bairán», de Andrés L. Mateo; «Carnaval de Sodoma», de Pedro Antonio Valdez; «La mudanza de los Sentidos», de Angela Hernández; y esta última «El Plan de Trujillo», de Marino Berigüete, se aventura en afirmar que la esperada novela dominicana hace años que aquí se ha estado escribiendo.

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