Digamos las cosas como son. Para una buena parte de la humanidad resulta irritante tanto la criminal reacción israelí ante el brutal ataque de Hamas como el no menos criminal respaldo de Washington y otras capitales occidentales al evidente genocidio consciente y premeditado contra civiles palestinos.
Al celebrarse ayer 10 de diciembre el 75 Aniversario de la Proclamación de la Carta de los Derechos Humanos se resalta claramente el doble estándar con el que se maneja el tema de los derechos humanos. Unos se horrorizan y chillan contra el presidente Bukele al ver fotos de pandilleros sentados en el patio de la prisión sin camisas, pero permanecen impasibles al presenciar videos de palestinos desnudados por soldados israelíes y transportados como reses en camiones.
Unos se rasgan vestimentas por la supuesta violación de derechos a la población china uigur y se inventan sanciones y múltiples argucias sin necesidad de pruebas, deben bastar sus palabras; no importa tratar de entender el porqué, si es cierto, los países musulmanes, tan solidarios con hermanos de fe no comulgan con esas imputaciones. Nuevamente sale a flote el doble estándar sobre los derechos humanos ante la política de tierra arrasada por parte de una comunidad que sufrió en carne propia el horror del holocausto. La barbarie israelí que protegen EEUU, Alemania y otros no tiene que ver con el derecho incuestionable de Israel de vivir en paz, sino eliminar un pueblo que reclama un Estado.
La Carta Universal de Derechos Humanos no fija prioridades; todos los derechos son iguales, tanto los políticos y civiles como los económicos y sociales. El G7 y otros se centran en los primeros e ignoran los segundos en sus propias sociedades, la marginación y privación de derechos económicos y sociales que, injustificadamente, sufren vastos sectores sociales en Estados donde sus gobiernos, indolentes, no tienen restricciones en gastar en armas y guerras estériles. Evidencian que no les interesan los humanos sin derechos, a pesar de toda la verborrea sobre igualdad, democracia e inclusividad, no garantizan derechos esenciales a sus propios ciudadanos. Defienden supuestos derechos humanos en otros y los niegan a sectores de su ciudadanía. Ultraje a la Carta Universal.
Ante miles de niños palestinos asesinados, ¿dónde está la CPI?, que ejecutó un juicio “exprés” contra Putin por unos alegados 400 niños ucranianos trasladados a Rusia. La CPI se ha confesado como instrumento geopolítico occidental.