El doctor Balaguer y la tropa reformista

El doctor Balaguer y la tropa reformista

En democracia, el juego electoral se rige por una ecuación lineal de cinco factores, que se puede representar así:

 

                                   Entrar en competición

                                     + ganar el favor del elector

                                     + alcanzar la mayoría de los sufragios

                                     + llegar al Poder

                                     + emprender un programa de trabajo =             producir la felicidad de la población. 

En su duro y largo trajinar en ése terreno, nadie como el Doctor Balaguer entendió tan profundamente este concepto.

 De ahí que en sus campañas, mantuvo siempre una línea, que puede ser explicada en los puntos siguientes:

 -Presentar su oferta electoral de manera directa y sin caer en grandes formulaciones mercadológicas. Esto equivalía a que los electores le percibieran como realmente era, y cuáles valores traía consigo.

  -Mantener el mensaje político dentro de parámetros sencillos y asimilables por la población.

En ese sentido, demandaba de los estrategas de PRSC el diseño y desenvolvimiento de campañas sin mayores estridencias.

  –      Conminar a los redactores de los programas de gobierno a solo plantear ofertas realizables. Hay que ser serios, insistía. Lo viví. Fui uno de estos colaboradores.

 Era una mortificante realidad la obstinada sobriedad ésa, impuesta por el candidato mediante firmes directivas, lo que hacía realmente difícil el trabajo de  mercadólogos, encuestadores, expertos en imagen y demás especialistas en campañas electorales con quienes trabajamos.

 Recuerdo a varios de ellos, incluso a expertos extranjeros traídos a costa de aportes de amigos del partido, algunos de los cuales y optaron por retirarse,  impotentes al no lograr llevar al candidato por el camino que le convertiría en alguien diferente a su verdadera personalidad. Aquella por la cual el pueblo le conoció. La que por respeto a sí mismo y al electorado imponía se proyectara, ganara o perdiera. 

 “Que se me juzgue por quien soy y por mi trabajo”, argumentaba.

 Al entrar en la carrera electoral, su mayor activo radicaba en dos factores principales: Uno, la convicción que poseía en la sabiduría del elector de que el día mismo que éste depositara su voto secreto, sabría con exactitud cual candidato representaba la mayor sintonía con sus expectativas y necesidades.

Es por esto que nunca llegó al día de las elecciones encabezando las encuestas. “Mi mejor encuesta se produce el 16 de mayo”, sostenía en voz susurrada.

El segundo, una confianza total en sí mismo; en no depender de nadie más que en su devoción al prolongado y concentrado trabajo diario, desafiando su avanzada edad y limitaciones que esta le imponía; en su propia labor como consagrado gobernante y servidor público abnegado..

 Mirando en reprospecto su estilo y comparándolo con el absurdo y desconsiderado dispendio, el boato y la desproporción de recursos de todo tipo, que eleva esta actividad a la categoría de insulto hacia los ciudadanos no participantes de la vocinglería en que ha convertido en aberrante costumbre las campañas de hoy, nos damos cuenta de cuán atinado era su mesurado criterio.  

 Ahora, en medio del predominio de las encuestas y demás artificios que abruman las campañas, donde no se concede espacio alguno a la ilusión, a la limpia proyección de confianza en las virtudes, buenas cualidades de los candidatos y al derecho a soñar con un mejor mañana, cuánto le extrañamos, Doctor Balaguer. 

 A tiempo todavía estamos, reformistas.

  Repliquemos la onda triunfadora de quien nos pertenece en el recuerdo. Revertamos la banal práctica matemática impuesta por los encuestadores, que no ven que en política, dos más dos no necesariamente son cuatro, cuando se llega al pueblo con sinceridad, entereza y anidando el sueño de realizaciones por alcanzar. Cuando se piensa en el país, y solo en el país.

 Regresemos al reformismo al cauce balaguerista; y tomemos como tónica su estilo ganador. 

Reclamemos el vasto espacio humano que siempre acompañó al líder desaparecido. La tropa reformista. Esa que nos distingue de los otros. La que está representada por los segmentos siguientes.      

1-   El voto duro tradicional reformista.

2-   La “masa silente”, caracterizada principalmente por la abundante población electoral abstinente (alrededor del 50%), otrora bastión electoral   reformista. Obsérvese que entre estos abstencionistas, las provincias con mayor preferencia reformista en el pasado (elecciones 1994) son las que presentaron mayores niveles de abstención en las elecciones de 2010.

 3-   Porciones importantes de la dirigencia reformista tradicional de diversos niveles que, al presente, se encuentran formal o informalmente esparcidas en varios partidos, aunque mayormente en litorales del PLD y particularmente, la aprovechada por el Gobierno en cargos públicos, cumpliendo experimentadas y bien calificadas labores de servicio estatal.

 4-   La adhesión formal del partido al PLD, poseyendo un fuerte efecto, como se evidencia de la más reciente experiencia electoral, que incrementó el porcentaje reformista de 4.5% (elecciones 2008) a 7.2% (elecciones 2010).

 Observemos que de estos cuatro elementos, los últimos dos tienen que ver con actividades extra-partido, y que deberán dejar de existir en esta próxima contienda.

 Reconozcamos con claridad que el PRSC no requiere de alianzas acomodaticias a otros partidos, ni mucho menos de ser bisagra para prevalecer y volver ser real opción de poder en nuestro país. 

 Si el pueblo así lo ha  entendido siempre; que esperamos para reencontrarnos con él?

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