El documental de Al Gore

El documental de Al Gore

POR  DIÓGENES CÉSPEDES
El ex vicepresidente de los Estados Unidos durante el gobierno de Bill Clinton, Al Gore, no es un improvisado en la lucha en contra del calentamiento global de la tierra, pues se inició en esa lid desde su paso como Diputado y Senador al Congreso Federal.

 De modo que su documental titulado “Una verdad inconveniente” es la culminación de esa lucha por reducir la presencia de carbono en la atmósfera. Esta es la causante del calentamiento global de la tierra cuyos efectos nos los muestran los noticiarios de los canales del cable y, sobre todo, los canales que más hincapié hacen en materia de documentales científicos: National Geography, History Channel y Animal Planet y, ocasionalmente, el canal francés y la Televisión Española.

 La coronación de esa lucha también le llegó a Al Gore con el galardón del Premio Nóbel de la Paz, lo cual le compromete todavía más a continuar con la labor que inició ya hace mucho tiempo y que el documental nos muestra tan convincentemente.

 Lo que más llama la atención en el documental es la modestia del político, contrario a sus pares, proclama siempre el auxilio de los científicos que han estudiado, de viejo, el problema del calentamiento global de la tierra y su amenazador diagnóstico para la vida humana en los próximos 50 años si no se adoptan medidas draconianas para bajar al límite tolerable y deseable los efectos del carbono en la atmósfera.

 El panorama de sequías, surgimiento de decenas de ciclones más violentos que el Katrina, desbordamientos de ríos y océanos, elevación de 6 metros de las aguas del mar durante el período que arrasaría con grandes extensiones de tierra del planeta y provocaría hambrunas o muertes a más de 200 millones de seres humanos, es simplemente desolador.

 El ex vicepresidente no se arredra, sin embargo. Se le ve, metafóricamente, como el continuador de las grandes revoluciones que han signado el destino histórico de los Estados Unidos: la independencia, la abolición de la esclavitud, la Segunda Guerra Mundial, el movimiento feminista y el voto de las mujeres y la Guerra Fría y su culminación con la caída simbólica del muro de Berlín. A juicio de Gore estos han sido los acontecimientos históricos que les han permitido sobrevivir a su país.

 Ahora convoca a los estados que forman la Unión Norteamericana a unirse todos en esta lucha en contra del calentamiento global de la tierra. Y lo hace porque está convencido de que el gobierno actual de su país no tiene voluntad política para llevar a cabo este combate, pues los intereses petroleros y armamentistas de la base industrial y militar en que descansa el apoyo al régimen de Busch son contrarios a este proceder y lo prueba el hecho, según el documental, que los Estados Unidos y Australia son los únicos dos países del mundo que no han firmado el acuerdo de Kyoto para reducir el calentamiento global de la tierra.

 El documental muestra muy bien las apuestas del industrialismo norteamericano actual y su contribución fabril al problema, que se apoya en la manipulación de los científicos de su país o en la duda metódica que consiste en introducir, a través de los medios, la incertidumbre de que puede ser y no puede ser que el calentamiento global de la tierra sea o no un hecho, sino una conjetura no demostrable de algunos científicos locos o chiflados.

 Los casos cataclísmicos que el documental escoge de ejemplos me conmovieron, pues cuando vemos, desde el Caribe, el derretimiento de los glaciares o el deshielo del Polo Norte o los lagos de agua que se están formando en Groelandia y en el mismo Polo tendemos a decir que eso no nos ocurrirá a nosotros, pues estamos muy lejos de esos escenarios. Pero cuando el documental tocó en escasos segundos el caso de la deforestación en Haití, justamente al mostrar la pelambre de la frontera de nuestro vecino y un poco de verdor que todavía permanece del lado dominicano, se le pone a uno la carne de gallina al comparar lo que ha ocurrido en Darfur, Sudán, y en el Níger, o en Chad, donde el lago del mismo nombre es un recuerdo cuando hace poco menos de 50 años era un paraíso de agua y verdor en África.

 Nadie en la tierra, sea la región ecuatorial, la Amazonia o la Patagonia quedará librado de lo que ocurrirá si no se adoptan medidas draconianas en contra del calentamiento global de la tierra. A los Estados y a los sujetos como seres individuales les invita el documental a unirse a la lucha y a adoptar medidas sencillas en los hogares, las cuales van desde usar bicicleta o el metro y dejar el auto en casa, usar paneles solares o energía eólica, eliminar los contaminantes, hablar con los vecinos acerca del problema y presionar a los gobiernos para que actúen, pues no basta haber firmado el Protocolo de Kyoto si en la práctica se quedan con los brazos cruzados.

 Ahora, al diseminarse la noticia del Nóbel, hay voces que aconsejan a Gore presentarse como candidato a la Presidencia de los Estados Unidos. Creo que es un poco tarde y debe evitarse el confundir la fama y la euforia momentánea que le ha aportado esta lucha con la militancia política. Debe Gore esperar a ver qué sucede con Hillary Clinton y Barak Obama.

 La gran oportunidad de Al Gore se desvaneció cuando aceptó la derrota de manos de Busch. El sentido de lo que es un imperio, en lo cual no se equivocan los demócratas ni los republicanos, prevaleció más en Gore que el cuestionar si hubo fraude en el estado de la Florida. La guerra, en la democracia, se traslada y se libra a través de la política. En la Antigüedad y antes del advenimiento del Estado moderno, en el campo de batalla, en lucha a muerte y del vencido y su familia, solo las cenizas y ningún recuerdo.

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