El dolor de cabeza en los niños, un malestar que  experimentan  igual que  los adultos

El dolor de cabeza en los niños, un malestar que  experimentan  igual que  los adultos

Los niños pueden experimentar el dolor de cabeza (cefalea) en la misma  forma que un adulto. La única diferencia, (e incluso desventaja) es que ellos no pueden expresarlo de la misma forma y hasta alcanzar cierta edad no tienen la capacidad de decir exactamente dónde les duele.

Por eso es muy frecuente ver en la consulta médica, madres que llevan al niño con cefalea bajo la amenaza de castigarlos si el médico no les encuentra nada. No obstante, en la mayoría de los casos los dolores de cabeza están provocados por inflamaciones como la otitis y la sinusitis, que ellos simplemente identifican como dolor de cabeza.

Según el pediatra Edgar Allan Vargas,  las manifestaciones de dolor aumentan con la edad. “Hay estudios que indican que la prevalencia de cefaleas en niños menores de 7 años es de hasta un 37%, siendo de 50 a 80% en mayores de 15 años, frecuente en niños en la etapa pre pubertad y en las niñas en la etapa peri y post pubertad. De todos ellos, entre un 3 a 7% de los niños presentarán migrañas”.

Las cefaleas se dividen por su causa en primarias  y secundarias. Las primarias están producidas por la alteración de las estructuras pericraneales como el cráneo, músculos y  nervios de la zona, cuero cabelludo y vasos sanguíneos. En este renglón están dos tipos de dolores de cabeza frecuentes en niños, que son la cefalea migrañosa con carácter hereditario (migraña) y la cefalea tensional.

Las secundarias son cefaleas producidas por la alteración de estructuras vecinas, como sería el dolor de cabeza producido por una sinusitis, o por alteración visual, o por mala oclusión dentaria. En muchas ocasiones la cefalea  secundaria es la señal de alarma de una enfermedad seria, por lo que deben ser investigadas para un adecuado tratamiento.

Tratamientos.  Vargas advirtió que muchas veces el pediatra olvida que aliviando el dolor a tiempo se puede obtener un mejor resultado del tratamiento.

Explicó que el tratamiento para las cefaleas en niños debe hacerse al igual que en un adulto, haciendo una historia clínica detallada de las características del dolor y luego descartar causas que podrían estarlo produciendo como el estado de hidratación, calidad de sueño, eliminación de ciertos alimentos desencadenantes (chocolates, cafeína, semillas, alcohol, etc), medicamentos, situaciones estresantes en el hogar y la escuela, infecciones o traumas previos, alergias, trastornos visuales o contaminantes ambientales (polvo, monóxido, plomo).

“El tratamiento dirigido puede ser no farmacológico o farmacológico, o una combinación de ambos, (reposo, hidratación, sueño y analgésicos solos o combinados) tanto para los episodios agudos como para evitar las crisis futuras”, añadió el especialista.

 Dijo, además, que hay tratamientos no farmacológicos que pueden ser muy efectivos. Entre éstos está el cambio en hábitos alimenticios (comer en horarios indicados sin saltar comidas y reducir consumo de chocolates, quesos, bebidas con cafeína y semillas); crear un ambiente relajado, oscuro y silencioso durante la crisis y aplicar compresas frías.

 También se recomiendan las técnicas de relajación para reducir o eliminar el factor estresante familiar o escolar, si ese es el  motivo.

“La parte farmacológica dependerá de la frecuencia, intensidad y duración así como del tipo de cefalea y se usaran analgésicos como paracetamol o ibuprofeno, antiinflamatorios como ketoprofeno o  naproxeno,  entre otros”, apuntó.

Preocuparse si…

Hay cefaleas en niños menores de 5 años sin antecedentes  de migraña; tiene fiebre alta, dolor en la nuca continuo, manchas en la piel o afectación de su estado general; la cefalea aparece  al levantarse de la cama, le despierta por la noche o empeora al cambiar de postura; si el dolor es casi diario y con intensidad creciente; si se asocia a vómitos fuertes  sin náusea previa; si hay cambio progresivo en su comportamiento; si presenta problemas de visión,  inestabilidad al andar o estar de pie; si hay disminución de fuerza o sensibilidad en alguna extremidad; dolor o rigidez de nuca; si el dolor no cede al tratamiento…

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