El dolor de cabeza y las madres

El dolor de cabeza y las madres

La verdad no le es extraña a la ciencia. Las verdades tienen que ver con el mundo real e histórico, pero nunca con las fantasías que sí las pueden crear el novelador o el poeta. Por eso al cavilar sobre qué tema tratar en este “conversatorio” tan especial y así hacer un homenaje en su día al ser más superior que habita este globo terráqueo: “la madre”. ¿Cómo intercalar la lógica médica instrumental que practico a diario por ser un neurólogo en ejercicio y poder lograr combinarlo con el inmenso reino de la fantasía poética que evoca muy rítmicas metáforas al solo mencionar la palabra madre? Ese ser que nos dio la vida y que con su dedicación, esmero, sus sacrificios y su gran nobleza, nos hizo humanos, donde mañana la reconocemos, en ella todo se musicaliza como un inmenso Saturno de sol y de piedra. Se me ocurre tratar el tema de los dolores de cabeza en las madres, para que lo reciban como un cumplido a todas ellas. Dolores de cabeza que pueden iniciarse desde el momento del gran milagro de la fecundación y el inicio de la hinchazón de la bóveda materna, aun antes de que su criaturita pueda ver el mundo al nacer.
En algunas madres hay una condición en el embarazo con aumento de la tensión arterial, que puede derivar en la peligrosa eclampsia, acompañada de una alta mortalidad para ambos. En las madres jóvenes los dolores de cabeza más usuales son dos: la migraña y las cefaleas tensionales. La primera tiene frecuentemente las características de hemicránea, con síntomas visuales, olfatorios, gástricos, etc. Las cefaleas tensionales son un dolor de cabeza como si tuviera una corona que le apretara todo el cráneo, acompañada muchas veces de nucalgia y típicamente empeora al final del día. Esa madre joven, con menstruación, con trabajo, hogar e hijos por los que se desvela tiene razones de sobra para pinchazos en el cráneo, dolores en el cuello, etc., por eso hay un pico en los dolores de cabeza en la mujer hasta los 40 años que luego desciende en frecuencia.
Se considera que luego de esta edad madura las cefaleas son el décimo síntoma más común en las damas, pero implica para el médico tener un cuidado especial en su diagnóstico y manejo porque la presentación de los mismos pues cambia en su patrón de expresión clínica y se tiene la tendencia a la sobre medicación en razón de que aparecen por la edad otras condiciones médicas. Por ejemplo, las migrañas en las mujeres de edad avanzada presentan más fenómenos visuales y sensoriales que en las madres jóvenes.
En las madres de mayor edad cuando hay un dolor de cabeza hay que valorar numerosos aspectos que van desde los trastornos visuales hasta la temida hipertensión arterial, sin olvidar los aspectos metabólicos. Ella como es el centro de la problemática familiar puede padecer por igual de las cefaleas tensionales, secundarias al estrés que produce el manejar la nebulosa de la familia completa, que incluye “todo” hasta los conflictos de los nietos. Agregado a que en esa edad avanzada los aspectos emocionales como depresión y distimia se hacen más comunes. El otro dolor de cabeza común a esa edad es el secundario a procesos reumáticos. El dolor de cuello que irradia desde la nuca a las partes laterales del cráneo es el llamado dolor cervigénico, secundario a osteoartritis de la columna cervical.
Pero, ante la recurrencia de los dolores de cabeza o en su defecto que sea muy severo, hay que pensar en que ese despiadado dolor sea de tipo secundario. Puede haber un derrame cerebral (Accidentes Cerebro-vasculares) principalmente de tipo hemorrágico, una hemorragia subaracnoidea generalmente secundarias a golpes no muy severo en la cabeza, arteritis a células gigantes o un tumor cerebral, felizmente son los menos. Nuestro consejo es que ante un dolor de cabeza que persiste, que tiene cierta intensidad debemos llevar esa madre a su médico para valorarlo de inmediato. Para mañana, envío un abrazo fraterno que abrace a todas las madres del universo. El mejor presente para una madre, no es un regalo o una promesa temporal de un día, sino ser el hijo que no le causará nunca un “dolor de cabeza” a ese abnegado ser. A la mía, le ofrendaré en su memoria una oración, que se la escuchará donde su virtuosa alma anida, ella mora en ese ignoto espacio sideral donde solo habitan los justos. ¡Felicidades madres!

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