El dolor del dólar

El dolor del dólar

EDUARDO KLINGER PEVIDA
Una de las grandes preocupaciones que atormenta en estos momentos, al parecer críticos, que vive la humanidad, es el comportamiento que de manera persistente refleja el dólar, en evidente caída libre. Cuando al concluir la Segunda Guerra Mundial se produjo la famosa Conferencia Monetaria de Breton Woods para reorganizar la destruida economía internacional producto de la guerra, surgió un sistema monetario internacional sustentado en el uso del dólar como moneda sólida y convertible en oro.

Para regir ese sistema se crearon el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM). El jefe de la delegación de la Gran Bretaña fue John M. Keynes – sin lugar a dudas el economista más brillante del siglo XX, y cuya política económica es la antítesis de la política neoliberal – artífice de una propuesta que recogía la percepción europea de reorganización de la economía mundial que partía de una influencia más equitativa en el funcionamiento de lo económico del mundo.

Sin embargo, en el tapete estaba el Plan Marshall consistente en un fondo multimillonario con el que Estados Unidos ofrecía contribuir a la reconstrucción del Viejo Continente. Obviamente, el programa de sistema monetario que se aprobó fue el norteamericano.

 Keynes advirtió en ese momento que se estaba creando un sistema monetario internacional que no podría tener larga duración, que un sistema internacional eficiente no podía sustentarse en el uso de una moneda nacional.  Pasaron algo más de veinticinco años para que la vida le diera la razón.

En 1972 el Gobierno de Richard Nixon se encontraba inmerso en el intento de ganar una guerra que ya estaba perdida en Vietnam; conflicto que venía financiando, emitiendo sin amparo en oro, sustentación del valor del dólar hasta aquellos momentos. En consecuencia, mientras que en circulación fuera del territorio norteamericano se movían más de 24 mil millones de dólares en el Tesoro de los Estados Unidos solo había disponible oro en barras por un valor de 12 mil millones.  Existiendo, como existía entonces, la libre convertibilidad, o sea, que cualquiera podía exigir al Tesoro la conversión de sus dólares líquidos en barra oro, había la posibilidad técnica de que el Tesoro tuviera que eventualmente declararse en quiebra.

El Presidente Nixon tuvo que declarar la inconvertibilidad del dólar, desde entonces ya no es convertible al oro, y una devaluación de la moneda estadounidense primero de un 8% y poco después del 7%. Efectivamente, el viejo Keynes – en ese momento ya fallecido – había tenido razón. Las bases sobre las que precisamente el dólar se había convertido en el resorte del sistema monetario internacional se esfumaban.

Su papel como moneda de referencia siguió en juego pero la suerte ya estaba echada y las consecuencias se han ido manifestando progresivamente.

En aquellos momentos una onza oro se cotizaba en los 35 dólares. El pasado miércoles 7 estaba alcanzando los 845.84 dólares la onza. El valor de una onza oro es la referencia sobre el valor del dólar.

El Euro, la moneda común europea, diseñada de cierta forma parecido a lo que había sido la idea de Keynes presentada en Breton Woods, llegaba el mismo miércoles a reflejar un valor de 1.47 dólares por unidad de Euro.

En buena medida ésta última presiona la baja que está sufriendo el dólar no está referido solo a los niveles astronómicos del precio del petróleo sino que China ha sugerido que podría empezar a cambiar parte de sus reservas en dólares que son calculadas en un 70% de su enorme reserva monetaria. Si introduce más dólares en circulación cambiándolo por otras monedas el dólar caería aun más.

A la vez, se produce un movimiento de compra de oro como protección, lo cual valora aun más el metal y se sigue debilitando la moneda estadounidense.

Esta situación ha vuelto a levantar el temor de un proceso inflacionario que podría tener catastróficas consecuencias en la economía mundial.

Realmente, desde hace meses muchos vienen señalando que el gobierno norteamericano debía tomar medidas de rescate de su moneda; sin embargo, como ya dije en una entrega anterior, el Presidente Bush ha optado por no hacer nada siendo el primer presidente – señala la prensa norteamericana – que no se ha preocupado por valorar el dólar. Clinton lo valoró en un 18%; Bush lo ha dejado depreciar en cerca del 14%.

Por esas razones es que el dólar ahora duele.

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