El dolor es bueno

El dolor es bueno

HUCHI LORA
El título de este comentario no alude a masoquismo ni a nada que se le parezca. Es que cualquier valoración objetiva sobre el dolor físico tiene que ser positiva, ya que esa sensación constituye el mejor sistema de alarma para nuestro organismo.

Es bueno que duela, porque eso permite saber que algo anda mal y que hay que atenderlo. El dolor avisa y el médico sana. Si no sintiéramos dolor, cualquier enfermedad progresaría hasta matarnos, y expiraríamos con una expresión de placidez en el rostro.

El cuerpo social también necesita de ese sistema de alarma para localizar, identificar y remediar lo que anda mal, y ninguna institución mejor que la prensa para jugar este molestoso pero salvador papel.

La prensa es el dolor de la sociedad.

Por eso debe ser aguda, acuciosa, inquisidora y crítica, especialmente hacia la autoridad. Y reconocer, por supuesto, lo que haga bien esa autoridad, aunque ésta generalmente gasta mucho en relaciones públicas para dar a conocer los huevos que pone, aún cuando no sean de oro.

Este razonamiento debe llegarles a algunas personas que quisieran una prensa más agradable, que dé menos malas noticias, sin darse cuenta de que la gente busca las noticias para estar informada y no para ser engañada. El que quiera que le pinten la vida color de rosa, lee a Corín Tellado.

De hecho, aquí hubo un largo período en el cual no se daban malas noticias: La «Era de Trujillo». Según la prensa de entonces, todo marchaba a las mil maravillas. ¿Es eso lo que queremos? Nadie respondería que sí.

Para poner un ejemplo real, la prensa seria española da siempre despliegue de primera plana a los homicidios de hombres contra mujeres.

¿Sensacionalismo? De ningun modo; esta política informativa obedece a una campaña para crear conciencia contra los feminicidios. Gracias a ella se han logrado legislaciones y acciones dirigidas a prevenir estos crímenes.

Otro ejemplo simple: Si en un parque determinado asesinan a cuatro personas en un mes, la publicación de estos hechos salva vidas, ya que los demás ciudadanos se ponen alertas, se abstienen de caminar por ese lugar, y además las autoridades se ven compelidas a poner vigilancia. Es evidente la necesidad de que se publiquen las malas noticias.

Los periodistas no somos morbosos. Todos nos sentiríamos felices si pudiéramos dar la primicia de que fue descubierto un gran yacimiento petrolero en la República Dominicana. Lo que no podemos hacer es inventar las buenas noticias, ni mucho menos ocultar las malas.

Estos conceptos deben tenerlos claros los lectores, oyentes y televidentes, pero sobre todo las autoridades. Lamentablemente, hay un funcionario tan importante como el jefe de la Policía, que no conoce o no comparte estos criterios.

Muy amablemente el mayor general Bernardo Santana Páez accedió a una invitación nuestra y asistió como invitado al programa «El Día», que dirijo en Telesistema 11. La entrevista trató, por supuesto, sobre el auge del crimen.

El jefe policial, para nuestra sorpresa, dijo tranquilamente que su institución no da a conocer todos los crímenes que se cometen, para no inquietar o alarmar a la población. Es decir, para que no duela.

Por la trayectoria de este oficial, hay que suponer que actúa de buena fe. Sin embargo, hace un daño a la sociedad ocultando la ocurrencia de hechos que los ciudadanos necesitan conocer.

Puede que esa política evite momentáneamente presiones de la sociedad para que se prevenga y se controle al crimen, pero al fin y al cabo los hechos se conocerán, y si se conocen por vías informales, probablemente serán magnificados. Aquí casi todos los dominicanos han sido víctimas o tienen parientes o amigos que han sido víctimas de los delincuentes. Y la gente habla de eso dondequiera.

Un buen médico hace medicina preventiva y sana cuando es necesario, pero lejos de ocultar el dolor, lo hace sentir cuando presiona el área donde sospecha está el mal, a fin de hacer un diagnóstico correcto para luego actuar.

No oculte los hechos, general, ni esconda la basura debajo de la alfombra.

Deje que duela y atienda la raíz de la dolencia.

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