El dolor que nos redime

El dolor que nos redime

Leonor Asilis

Sencillamente, no nos es cómodo. Nos cuesta. Sin embargo, como todo en esta vida, lo que más nos cuesta es lo que más valoramos.

En la dimensión espiritual pasa lo mismo. Nosotros los cristianos amamos y valoramos a Jesús, porque por su muerte en cruz nos redimió. El, siendo inocente se ofreció como víctima expiatoria por nuestros pecados.

En este mes se celebró la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz celebrada el 14 de septiembre. 
Esta festividad conmemora la exaltación o elevación de la cruz en la que Jesucristo fue crucificado. Veneramos la cruz como símbolo central de la fe cristiana y recordamos el sacrificio de Jesús en la cruz para la redención de los pecados de la humanidad, de los tuyos que me lees y los míos. 

San Pablo en su carta a los Filipenses, nos anima a comulgar de sus padecimientos  y ser semejante a él en su muerte, identificandonos con sus sufrimientos  entendiendo que a través de estos sufrimientos podemos llegar a ser más como Él. Es un llamado a la comunión espiritual y a seguir el ejemplo de Cristo en nuestra vida, incluyendo los momentos de dificultad y sufrimiento.

También San Juan Pablo II experimentó y habló ampliamente sobre el sufrimiento a lo largo de su pontificado. Sabía que el sufrimiento tenía un significado profundo y podía unirse al sufrimiento de Cristo para la redención de la humanidad. Su carta apostólica «Salvifici Doloris» (El Significado Cristiano del Sufrimiento Humano) es una de las obras más conocidas en las que abordó este tema. También enfrentó su propio sufrimiento personal, especialmente durante sus últimos años cuando luchó contra la enfermedad de Parkinson, lo que lo llevó a ser un ejemplo de cómo enfrentar el sufrimiento con dignidad y fe. 

Recién llego de un bellísimo viaje a Tierra Santa que culminó con la visita a donde está el cuerpo incorrupto de San Pío de Pietrelcina (por cierto  canonizado hace justo 20 años  por San Juan Pablo II y quien siendo un joven sacerdote le profetizó seria Papa. Veamos su vida.

San Pío de Pietrelcina, también conocido como Padre Pío, fue un sacerdote italiano famoso por sus dones espirituales, incluyendo los estigmas, que eran heridas similares a las de Cristo en sus manos, pies y costado las cuales fueron pedidas por èl en oración. Así, el sufrimiento desempeñó un papel significativo en su tanto físico como espiritual.

El sufrimiento de San Pío de Pietrelcina también se manifestó a través de las pruebas y dificultades que enfrentó incluso dentro de la Iglesia Católica, incluyendo la prohibición temporal de decir misa públicamente. A pesar de estas adversidades, siguió siendo fiel a su vocación y dedicó su vida a la oración, la penitencia y el servicio a los demás.

Cuando vi su cuerpo, les confieso que iba a pedir su intercesión por una intención especial, pero me impresionó tanto su imagen de santidad que solo le daba gracias por su valentía en no solo recibir los sufrimientos sino anhelarlos por amor a Cristo.

Ojalá podamos ver los sufrimientos, yo la primera (y primera en cobardía) como una oportunidad para crecer espiritualmente y como un medio para acercarnos a Dios.
A El la gloria por siempre. Amén.