El dominicano: ¡como el arroz blanco!

El dominicano: ¡como el arroz blanco!

Desde que “el mundo es mundo” hombres y mujeres han emprendido camino hacia horizontes de bienestar, tierras prometidas o de esperanzas.

El llamado “sueño americano” despertó anhelos desbordados entre italianos, judíos, mexicanos, ecuatorianos, peruanos, alemanes, chinos y dominicanos, que procuraban mejores niveles de vida.

Y esa legión de inmigrantes sentó raíces en Nueva York desde hace décadas, aportando su fuerza de trabajo y sobreviviendo en medio de toda suerte de obstáculos.

En estos días nos hemos enterado, a través de una amiga lectora, que tenemos en Antigua y Barbuda, en el llamado Caribe inglés, una población emigrante significativa. Es una muestra palpable de que los nativos de esta tierra no se dejan morir. Si conforme a los resultados de una encuesta Gallup-HOY el 57 por ciento de los dominicanos está en disposición de marcharse del país, no es de extrañar entonces que los nuestros se encuentren por doquier, ‘buscándoselas’.

La islita citada tiene apenas 443 kilómetros cuadrados, es decir el territorio de República Dominicana le lleva una extensión de 48 mil kilómetros.

Me extrañó sobremanera que la emigrante afirmara que tenemos allí unos 20 mil dominicanos, cuando la población de Antigua-Barbuda sólo alcanza las 82 mil almas. Lo que sí podemos dar por seguro es que el quisqueyano anda, como el arroz blanco, por todas partes. Porque mire que vivir en Alaska, Nueva Zelanda o Honolulu no es nada fácil. ¡Y hasta allá estamos representados!

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